miércoles, 27 de noviembre de 2013

La danza de las sombras

Por lo que dejan ver,
van haciéndose tierra.
¡Hojas caídas!
(Tooyoojoo)

Una vez compuestas, unas piezas se resignan al olvido; otras vuelven cuando lo sienten oportuno y no paran hasta que reciben lo que demandan. Esta es de las que más contento me dejaron cuando le di forma: una melodía modal de flauta, más infantil que siniestra, que se desliza sobre una secuencia minimalista de dos acordes (A - G#m) al compás de un ritmo mecánico, como de reloj de juguete. A la pieza le ha brotado una letra, así que pronto habrá que volver a grabarla como canción propiamente dicha. Pero entre tanto le han crecido imágenes: las que le ha tomado prestadas al otoño el fotógrafo Santiago Hernández-Cano en este estupendo montaje, cuya confección es enteramente obra suya. Mil gracias, Santiago.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Quisicosa modal


Ya lo he contado alguna vez: salvo error u omisión, soy la única persona que conozco que disfruta con las clases de solfeo. Salgo de ellas con los ritmos nuevos dando vueltas en la cabeza, y no es raro que de ello acabe saliendo alguna melodía. Hoy hemos estado viendo los dosillos y cuatrillos en compases ternarios. Y, en verdad, alguno que otro hay en esta pieza modal minimalista...

jueves, 21 de noviembre de 2013

Danza del norte (again)


El precio de la continuidad es el cambio, dijo Ferdinand de Saussure. Y, en verdad, lo que no muta muere. No es el caso de esta melodía de Alfonso García Pecharromán, que con los años no cesa de engendrar nuevos arreglos y vericuetos. Así suena la versión de hoy, añadiendo al guiso una trompa (destinada a maese José) que anuncia el tema principal (y concluye luego la pieza) con una variación medievalizante.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Canción del mar (Francis)


Algunos hacemos muchas canciones. Otros, pocas, pero memorables. Las dos piezas instrumentales que compuso al violín mi amigo Francis (a la izquierda en la foto), El baile de los vampiros y la que les traigo, son dos de mis melodías favoritas. Como no tengo ninguna grabación suya tocándolas (aunque no desisto de conseguirla), me he puesto al mando de la Orquesta Encantada para dar idea, al menos, de una de ellas: la Canción del mar. Que suena así, con cita del maestro Juan Sebastián incluida.


Y asá después de limarla un poco y cambiar los timbres (salen la flauta y la guitarra, entran el clarinete-mellotrón y el clave).

martes, 12 de noviembre de 2013

La caída de Arturo


La cosa va así: quedas con un amigo, Josu Gomez, y comentas el último poema publicado de Tolkien, La caída de Arturo. Coincides en que el traductor ha hecho un trabajo digno, teniendo en cuenta que el metro original, basado en la aliteración, es impracticable en castellano. Al menos nadie lo ha intentado, que se sepa. Luego debe ser imposible: un empeño que no tendría sentido. Tras una leve sonrisa, comenzáis a traducir los primeros versos...

Hacia el Este va Arturo, con sus armas resuelto
 a emprender el combate en agrestes campiñas;
 va surcando la mar hasta el suelo sajón
para el Reino de Roma defender de la ruina.
A tornar y torcer la corriente del tiempo
su esperanza le urgía; y a humillar al pagano,
que en bajeles voraces a atacar no volviera
las bahías brillantes y las aguas bajeras
de Bretaña del sur, su botín saqueando.
Como el mundo va a menos en los meses de otoño,
y a su destino, raudo, va declinando el día
bajo la bruma triste y un hombre busca entonces
quehaceres y aventuras en lo que corre, aún cálida,
su sangre asoleada, así ardía su espíritu
por un postrer asalto en pos de eterna gloria
de proezas y orgullo, afrontando la prueba,
soportando en su empeño el embate del sino.
El hado mal urdido así le daba impulso
y con malicia Mordred endureció su mente:
'La guerra es sabia', dijo, 'dislate el demorarse.
Que sus templos se caigan; que queden sus bastiones
derrumbados, desnudos; calcinados sus diques
y sus islas, inmunes al paso de las armas
o al imperio romano, ¡que ahora apesten al cielo
en fuego de venganza! Feroz es vuestra mano,
os sigue la fortuna: ¡salid y someted!'

viernes, 8 de noviembre de 2013

Cantar de Hildebrando


El Cantar de Hildebrando es un poema épico (y edípico) medieval compuesto en antiguo alemán. Ayer me entretuve en volcar en verso español lo poco que nos ha llegado de él. Así sonaría:


Oí contar
que a solas dos guerreros se enfrentaron,
Hildebrando a Hadubrando, por entre dos ejércitos.
Padre e hijo tomaron sus corazas de héroes,
revisaron sus piezas y ciñeron la espada
sobre sus armaduras camino a la batalla.
Hildebrando habló entonces, el hijo de Heribrando,
que era el hombre mayor y de más experiencia;
empezó a preguntar con medidas palabras
quién del otro era el padre, de las gentes que viven,
«o de quién tú podrías resultar descendiente.
Con que digas lo uno, ya sabré yo lo otro,
muchachito, que a todos en el reino conozco.»
Hadubrando habló entonces, el hijo de Hildebrando:
«Nuestra gente me dijo, los que mucho han vivido
y son sabios, que era Hildebrando mi padre.
Yo me llamo Hadubrando. Hace ya largo tiempo
que mi padre huyó al este de la inquina de Otácher
junto a Dietrich y muchos de sus fieles guerreros.
Dejó atrás en la tierra a sus seres queridos,
a su novia en su alcoba y a su hijo pequeño
de su herencia privado. Se fue, pues, hacia el este
en auxilio de Dietrich, tan escaso de amigos
y que era de Otácher enemigo jurado.
Fue de Dietrich mi padre un vasallo excelente,
siempre al frente de todas las batallas y duelos,
y los hombres valientes bien sabían quién era.
Ya no creo que viva». Respondía Hildebrando:
«Sé tú, Dios, desde el cielo de estas cosas testigo:
nunca trabes combate con quien lleva tu sangre.»
Y tomó de su brazo un puñado de anillos,
con el oro del Emperador engarzados,
que el buen rey de los hunos en regalo le diera.
«Como prenda te doy esto de mi amistad».
Respondiole Hadubrando, el hijo de Hildebrando:
«Con la lanza se debe recibir tu regalo,
contra punta su punta. Sin medida tú astuto
te creíste, huno viejo. Me lanzaste palabras
para, en ellas trabado, arrojarme tu lanza.
Si has llegado hasta viejo fue con estas argucias.
Me contaron las gentes de la mar, que al oeste
del océano viajan, que murió combatiendo.
¡Muerto yace Hildebrando, el hijo de Heribrando!»
Hildebrando habló entonces, el hijo de Heribrando:
—Por las armas se ve que en tu casa un maestro
diligente tuviste, y que nunca al exilio
te enviara tu príncipe.
(…)
Por desgracia, buen Dios, me golpea el destino.
Ya sesenta veranos y otros tantos inviernos
vi pasar, en la tierra de otras gentes varado.
En la línea del frente combatí con denuedo
y jamás me mataron al tomar algún fuerte
¡y ahora llega mi hijo para hundirme su espada
y clavarme su hacha, si antes yo no lo mato!
Mas, si tienes agallas, bien podrás sin esfuerzo
al anciano que soy despojar de su cota
y llevarte el botín, si es que a él tienes derecho.
(…)
Ni el peor de los hombres del Oriente querría
malgastar la ocasión de enfrentarse contigo,
deseoso como eres de justar. Así cueste
lo que cueste, veamos quién se lleva estas armas
y podrá reclamar las dos cotas de malla.»
Dejan ya navegar cenicientas sus lanzas,
golpes ágiles lanzan, que detienen rodeles.
Ya se acercan a pie, los brillantes escudos
golpeando con fuerza hasta que hacen saltar
con su espada el escudo…
.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Qu'est-ce que tu fais dans la vie?


Tengo la pequeña superstición de que uno no entra de veras en una lengua hasta que se lanza a componer algo en ella, por minúsculo y risible que sea. En los días en que andábamos por Atenas, hace ya algún decenio, nos divertimos no poco con aquella rumba minimalista que decía Katalabenis Eliniká? Katalabéno poli kalá! Pues, del creador de tonada tan patafísica, llega esta canción en francés, un tanto más presentable porque en la letra he integrado sugerencias de Josu Gómez, @cronopiodeley, y @wilbpack. No me he atrevido a cantarla, pero así suena la música, y así dice la letra, por si Vds. sí se animan.

Qu'est-ce que tu fais dans la vie?
Qu'est-ce que tu fais dans la vie?
—Je suis la crème de la crue,
je suis la fleur de l'ennui,
de la vie j'ai tres envie!

—Qu'est-ce que tu fais dans ma vie?
Qu'est-ce que tu fais dans ma vie?
Je suis le glas du perdu,
je suis le non et le oui,
ton mal ancien pas guéri.

A la recherche de la Vierge de lumière,
je foule l'ancien cimetière.
Êtes vous luciole ou peut-être feu follet,
rose dont l'arôme étiolait? 

(Edito la música y la letra: añado una sección intermedia, sobre acordes menores.)

martes, 5 de noviembre de 2013

Caras que colorear



Discurríamos estos días mi amigo Sergio y yo sobre las canciones tristes con música alegre (bailable, incluso). Esta, la última de momento de La Bossa y la Vida, pienso que ilustra bien el caso. Así de bien la canta Fátima, y así marcha la cosa:

Cara de que no me quieras,
cara de que me dé igual;
caras que nos salen caras,
caras que colorear.

Cara de que te pregunten
lo que piensas de verdad;
cara de que no les guste,
cara de dejarlo estar.

Cara de que te recuerden
todo lo que hiciste mal;
cara de cruzar los dedos
para volver a empezar...







sábado, 2 de noviembre de 2013

Halloween y el espejismo de lo castizo



Sobre esto de Halloween, ¿soy el único que piensa que prácticamente nada de lo que asociamos con esta fiesta es exclusivamente anglosajón, y que (casi) todo estaba ya en el folklore español (y universal)?

Si les parece, repasemos. El grupo de niños que va recorriendo las casas pidiendo un obsequio es, como poco, tan antiguo como una de las primeras piezas conservadas de la lírica popular griega antigua, la Canción de la golondrina que se cantaba en Rodas al llegar la primavera. Ha llegado hasta nosotros a través de Teognis de Rodas, un autor del siglo III o II a.C., y dice así, en la versión de García Calvo (en su Poesía antigua (De Homero a Horacio), pp. 105-6:

Ya vino, ya vino
la golondrina,
trayendo el buen tiempo
y las buenas añadas,
por el vientre tan blanca,
por el lomo tan negra.
Saca torta de higos
de esa próspera casa,
y el jarro de vino
y el cestillo de queso.
Tampoco el hornazo,
tampoco el rebojo
la golondrina
no los rehúsa, no.

¿Qué, que dices «vete» o que dices «ten»?
Sí, si algo das: si no, no te hemos de dejar.
Llevémonos la puerta o el montante o bien
a la mujer que dentro sentadita está.
Pequeña es ella: alzarla no nos costará.

Pero, si traes cosa buena,
lleves tú bienes mil.

Abrir la puerta a la golondrina, abrir, abrir:
que viejos no, no somos: niños somos, sí.

Pedazo de truco o trato.  Nos hemos ido a Grecia a buscar los precedentes para que se vea hasta qué punto el invento tiene solera; pero más cerca en el tiempo y el espacio tampoco nos habría costado mucho encontrar rituales análogos. ¿No salen los mismos niños que se disfrazan por Halloween a pedir el aguinaldo por Navidad, sin escándalo de la Conferencia Episcopal? Las canciones infantiles de cuestación han deleitado a más de un etnógrafo: aquí tienen por ejemplo un trabajo sobre estas canciones en el folklore vasco. En Améscoa (Navarra), por la fiesta de san Nicolás, cantan los niños:

Angelitos somos, del cielo venimos, 
alforjas traemos, turrones pedimos, 
para Jesucristo que viene en el camino, 
lavándose la cara con agua rosada.

¿Y en Extremadura, aún más cerca del que esto les escribe? Pues también se ronda, se canta y se exige, claro. Por ejemplo:

Si no me das aguinaldo
al Niño le he de pedir
que te dé un dolor de muelas
que no puedas resistir.

¡Ay tiritití...,
¡Ay tirititando!
No ve voy de aquí
sin el aguinaldo.

El aguinaldo real
son dos libras de galletas,
un cuartillo de aguardiente
y dos turrones de almendras.

¡Ay tiritití...,
¡Ay tirititando!
No ve voy de aquí
sin el aguinaldo.

Visto que la cuestación tiene poco de exótica, ¿será entonces la costumbre de disfrazarse de animales y demonios lo que habremos tomado como tontos de los anglosajones? Pues... Ya se huelen Vds. que, sin remontarnos (por pereza) a las pinturas rupestres que representan a hechiceros vestidos del equivalente paleolítico del Jarramplas o demás espantajos populares,  las mascaradas fúnebres nos pillan bien cerca. En su libro de 1947 Costumbres españolas de nacimiento, noviazgo, casamiento y muerte, p. 338, Enrique Casas describe un espectáculo multimedia que deja chicas la mayoría de las macabrerías de Halloween:

En Selva del Campo (Tarragona), durante el velatorio del cadáver de un párvulo, los vecinos acuden a la casa mortuoria y hacen caretas, esto es, se disfrazan, se ponen unos dientes de cebolla, se envuelven en sábanas, apagan las luces y encienden una sartén de azufre.

Así que, dirán Vds, al final resulta que lo único netamente anglosajón era la calabaza convertida en cabeza humana, el famoso Jack O'Lantern. Pues no es por llevar la contraria, pero veamos cómo describe en 1957 Joan Amades a la Setrilla, asustaniños célebre en Prat de Comte (Tarragona):

ser extravagante que trataban de representar por medio de una cántara vieja e inservible, en cuyo cuerpo practicaban dos agujeros más o menos simétricos, que querían figurar los ojos; dentro del buche colocaban un candil de aceite encendido, colgaban el artefacto del techo en una habitación oscura y por medio de una cuerda lo hacían balancear. La oscuridad y el azoramiento no permitía a los niños darse cuenta del engaño, y creían hallarse ante un fantasma temible.

No es una calabaza, cierto. Pero la imagen, además de conectar con Jack O'Lantern, nos envía a la vieja Gorgona de los griegos, y a otros muchos espantos del folklore que toman la forma de una cabeza sin cuerpo.

En resumen: lo único especificamente anglo de Halloween es el nombre; y aun este lo es solo hasta que lo traducimos. La forma completa, All Hallows' Eve, significa simplemente la Víspera de Todos los Santos.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Ordenanzas


Novedades del pasado. Una décima dialogada (o dialéctica).

Ordenanzas 

Ordenemos. (¿Disequemos?) 
¡La pureza! (¿El purismo?) 
Da lo mismo. (No es lo mismo.) 
Despejemos. (¿Recortemos?) 
Aclaremos. (Prediquemos.) 
Reglamento. (¡Anarquía!) 
¡Norma y orden... (¡Armonía...) ...
de lo justo! (...del capricho!) 
Previsibles (tumba, nicho)
circulemos (:policía).