domingo, 29 de septiembre de 2013

El primer Fray Josepho


No soy fan de fray Josepho, pero lo fui con orgullo. Me siguen gustando mucho los primeros poemas suyos que leí, como el romance de la evaluación, tan fresco hoy como entonces, que describe con gracia lo que sucede en tales meriendas. Después, el hombre recaló en los medios más casposos del país, tipo Libertad Digital o la COPE; olvidó su primera Musa, la enseñanza, y sus versos se fueron resignando a desarrollar las consignas que MAR (en su día) o algún negro de Aguirre hoy envían a sus  obedientes tertulianos libegales —un material rigurosamente infumable.

En homenaje a los dos poetas, el que admiré y el que me aburre, se me ha ocurrido hoy este soneto, malo como el peor de los suyos. Como escrito ya está, no creo que empeore mucho publicado.


Maldiciendo la vil Pedagogía 
comenzó fray Josepho su andadura 
por los mares de la literatura. 
Llovía en buena hora su lejía: 

él mismo era docente, y padecía 
con humor inspirado la tortura
—aunque fuera muy suya su escritura, 
era de todos lo que nos decía. 

El éxito, que ha avillanado tantas 
buenas plumas, condujo hasta las santas 
zahúrdas de la COPE a nuestro vate. 

Pues pagaba la Iglesia liberal, 
comulgó con su hedor —tornó venal: 
previsible, sectario y algo orate.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Ramas del corazón



A veces, nada más despertarme, en vez de recordar un sueño, acude a mí una melodía, o unos versos. Hoy he tenido el tiempo justo de tomar la grabadora y grabar la tonada somnolienta antes de partir para el instituto. Luego, a lo largo del día, le han ido brotando ramas, respuestas, arpegios. En lo que crece la letra, así suena la versión instrumental.




Como siempre hay quien me dice que prefiere las versiones cantadas (aunque lo sean por mí) a las instrumentales, actualizo con una que acabo de hacer, especialmente nocturna y tentativa.  (He cambiado también la versión instrumental: no me gustaba el ritmo tan acelerado que tenía ni la percusión jazzera. Y le ha crecido una introducción que la hace sonar aún más modal. Si cabe.)


jueves, 5 de septiembre de 2013

Horas de lluvia


Esta tarde ha llovido en Navalmoral y le han salido unas notas nuevas, así como célticas, a esta canción. Así sonaba (con algún error que otro) en mi cuarto de baño.


lunes, 2 de septiembre de 2013

Merengue de Miguelón


El gran Miguelón Oballos es el percusionista de La Bossa y la Vida, un fenómeno de la naturaleza venezolana que creció rodeado de música clásica y rocanrol y aprendió los ritmos tradicionales del país en su adolescencia, para asistir con provecho a los bailes. Le hemos echado mucho de menos en este concierto, y para convocarlo donde quiera que ande me ha dado por componerle este merengue venezolano, en el noble tiempo de 5/8. Confío en que me disculpará el atrevimiento. Va por vos, maestro.



domingo, 1 de septiembre de 2013

Mapas de lugares inventados


Cerramos las vacaciones de verano de este año con un concierto de La Bossa y la Vida en Peraleda de la Mata, en la noche del 30 al 31 de agosto. Gracias a todos los que asististeis o hubierais querido hacerlo. Esta es una de las canciones que sonó esa noche, y, para los que gusten de esas cosas, estas son algunas curiosidades sobre ella.


Songfacts
  1. Desde que Tolkien dibujó el de la Tierra Media, el mapa del continente fantástico, tan detallado como sea posible (pero siempre con cierta estética de cartógrafo naïf, antañón), es un componente esencial de todo ciclo de fantasía épica que se precie.
  2. La armonía de la canción es circular: se aleja por grados conjuntos de La menor (primero hasta Fa y luego hasta Re menor) y luego vuelve sobre esos mismos pasos. En la forma sencilla (La menor - Sol - Fa - Sol - La menor), es la secuencia de All along the watchtower, Abre la puerta, niña y el final del Stairway to Heaven, entre otras.
  3. La canción surgió en un paseo matutino, dándole vueltas al compás de 5/4, formado en este caso por un compás de 3 tiempos y otro de 2. En la música pop no es un compás muy habitual, pero sí en el folklore: como me indicó el hermano de nuestro percusionista Miguel, si se acelera convenientemente se convierte en 5/8, el ritmo del merengue venezolano.
  4. La melodía es modal: la escala eolia de la menor, sin ninguna alteración, tiene un sonido arcaico, muy dulce, que también aparece en El príncipe de Bekelaer. El ejemplo más hermoso que conozco de la sonoridad de este modo son las estrofas de Islands, de King Crimson.
  5. La trompa o corno francés que toca aquí José Maestro es un instrumento de sonoridad muy peculiar: terrenal y onírico al mismo tiempo. Aunque está asociado a la música clásica, los Beatles lo usaron en una de sus mejores baladas, For No One. También se ha utilizado con tino en composiciones de jazz.
  6. Lo que me cura me hace daño le da la vuelta a la homeopatía (según la cual lo que produce un daño contribuye, si se administra en dosis infinitesimal, a prevenirlo o curarlo) y se queda peligrosamente cerca del refrán: Quien bien te quiere, te hará llorar.  No está claro en la canción si el dolor avisa de que la supuesta terapia es un fiasco (lo que supuestamente me cura en realidad me daña) o da fe de que el fármaco utilizado, vaya a curarnos o no, al menos potente es un rato (ya veremos si me cura; de momento, hay que ver cómo escuece).
  7. Que te tengo que contar: I want to tell you, cantaba George Harrison; Quiero contarte, niña, arrancaba Jesús de la Rosa.
  8. Se miente más de la cuenta / por falta de fantasía: / también la verdad se inventa, escribió Antonio Machado. La canción habla acerca de eso: la ficción hace que tome forma (a veces muy detallada) algo que hasta entonces no había, sea una canción o una novela-río —pero su verdad última no reside tanto en lo verosímil del invento, sino en el estado de ánimo del que brota la invención y al que remite: el dolor, en este caso, de un desencuentro.
  9. Vidas de pintores dibujados: Marcel Shwob escribió Vidas imaginarias (1896); William Beckford,  unas Memorias biográficas de pintores extraordinarios (1780) igualmente apócrifas. Borges, que conocía bien estos precedentes, hizo de la glosa de la obra de un autor imaginario uno de sus géneros favoritos. La idea del pintor que se dibuja a sí mismo remite al famoso dibujo de Escher.