viernes, 17 de mayo de 2013

Nocturno (Antonio Hernández)

 

 Esta noche he soñado que encontraba en la biblioteca de una Universidad un libro inédito de Antonio Hernández Marín, Aker: era un ejemplar único, encuadernado de forma artesanal, que recogía varios ensayos, con el título De la forma en el fondo. El libro se había encuadernado a finales de los 70, utilizando originales variopintos en papeles de diversas calidades y tonos, unos a mano y otros a máquina. El autor había ido guardando dentro, en folios doblados, trabajos posteriores sobre el mismo tema: uno de estos afterthoughts era precisamente el prólogo, llamado 0 (cero). La página que llegaba a leer (y, alguna vez lo he contado, en los sueños rara vez o nunca me permiten leer de veras algo sin que las letras empiecen a bailar por la página o se conviertan en hormigas) hablaba de las correspondencias entre los modos musicales, las letras, los colores y los números. Así, el modo jónico, primero o A, es de color rojo y no es 'mayor' en sentido estricto (solo la escala mayor de sol lo es): Antonio (en el sueño) prefería llamarla 'escala de do-sol'.

Cuando encontraba el libro, recordaba su existencia: lo había visto antes en esa misma biblioteca, pero lo había olvidado. Solo hacia el final se me ocurría la posibilidad de sacarlo en préstamo. En el final propiamente dicho me encontraba en el andén de una estación con Roberto (alumno dilecto de otro maestro, Agustín) y hacíamos planes: el libro, sin dejar de ser De la forma en el fondo, era ahora también Letras y figuras, uno de los libros que planeó pero no publicó García Calvo (creo; aunque mi amigo Rafa jura haberlo consultado alguna vez). 

Como suele, el sueño funde muchas capas. Me recuerda, en primer lugar, que llevo tiempo sin emprender la necesaria ordenación y publicación de los papeles de Antonio; pero el título de la obra es también un juego sobre otra, un poemario, que tengo escrita pero no encuentra (ni apenas ya lo busco) editor. El celo con que los discípulos de Agustín han emprendido la recopilación y transcripción de sus intervenciones sirve de constraste con mi desidia, planteándome un elegante reproche.

Tengo, en fin, un libro manuscrito de Antonio que recoge sus poemas de los años 80 (Fuensanta atesora otro previo, con poemas de los 70). Lo abro al azar. Esto cuenta, aquí y ahora:


NOCTURNO

Tres de la madrugada, fumándome el insomnio
en la ventana abierta y silenciosa. Abajo, por la vía nocturna
de la calle, pasan perros, perros sin amo, perros
independientes, tal vez libres, quizás abandonados,
pasan, ajenos, rápidos, un lobo raído y flaco
abre la marcha y pasan, posiblemente felices,
destinados sin duda, perros, tal vez perros, sagaces perros,
y pasan, a comer, a devorar las sobras, acaso sin dolor,
tal vez contentos, las sobras que nos llegan, caídas, del amor
desde el festín diario de los hombres...

4 comentarios:

Alfredo J Ramos dijo...

Fascinante. Todo.

Alfredo J Ramos dijo...

Caigo ahora, sólo ahora, en la fecha. Falta poco para que se cumplan cuatro años de la publicación de esta entrada, que no recuerdo haber leído en su momento. Deduzco que el "libro de la desidia" de que hablas puede ser «El agua..». Tal vez en el siguiente paso por este texto —la literatura Smart nace ya con el tiempo abolido— la poesía de Aker sea de dominio público. ¿Y cómo estar seguros de que esto no forma parte de un sueño?

Al59 dijo...

Querido Alfredo: cuánto habríais disfrutado Antonio y tú si se os hubiera dado el conoceros. Yo siento, por lo que escribes, que eres el último amigo de Antonio, uno que ha ganado tras la muerte, como nos dicen que el Cid ganó su última batalla, o Cristo el alma de Saulo. Y eso es muy de Antonio —como la atención a las fechas y a su significado y el desciframiento cuidadoso de los sueños y de cualquier otro mensaje cifrado. Me asombra y me hace feliz esta amistad póstuma. Y estoy seguro que algo muy bueno va a salir de ella.

Alfredo J Ramos dijo...

«Que me place», dijo el Caballero de la Triste Figura, tal vez fuera de sí e inaugurando este lugar común que no frecuentan tantos.

De la forma en el fondo
por mi mano plantado tengo un hueco:
será por el que llegan a mi vida,
cual vilanos zafados de un agujero negro,
retazos de una luz inexistente
salvo en la geografía de los sueños.
Y ya que viene o vuelve,
dulce señora del harapo honesto,
la leve suavidad de las palabras
a concordarse en su estremecimiento,
diré, por si me escucha quien escucha
porque no puede ni dejar de hacerlo,
«que me place», ya digo, «y de este gozo
no ha de sacarme pozo alguno
ni muerto».

(Impromptus. Solo para tus ojos)