domingo, 14 de octubre de 2012

Los secretos de la Esfinge


Los descubrimientos arqueológicos de los siglos XIX y XX demostraron al público que ciudades que se creían imaginarias, como Troya, habían existido realmente, y que bajo un paisaje anodino podían esconderse maravillas como la tumba de Tutankhamon.

Con estos precedentes, la imaginación sobre posibles prodigios por descubrir se ha desatado de forma imparable. En concreto, la literatura científica sobre la esfinge, aun siendo copiosa, es cuantitativamente mínima en comparación con las especulaciones pseudocientíficas y ocultistas que se publican cada año sobre sus presuntos secretos.

Como sucede con todas las leyendas y mitos, estas fabulaciones modernas no nos dicen nada cierto sobre aquello de lo que aparentemente tratan (la Esfinge), pero sí mucho sobre los que las han creado. La verdad de una leyenda no se encuentra en los hechos históricos o arqueológicos que la inspiran: estos sólo sirven de excitantes para la imaginación, que los reinterpreta a su gusto, según sus necesidades. Ejemplos de estas historias:

1. Aunque la cabeza humana de la Esfinge es reciente, el monumento original fue construido hacia el 12.000 a.C. y representaba a un monstruo terrible que los hombres han preferido olvidar. Así presenta el tema H. P. Lovecraft en su relato Encerrado con los Faraones:

A continuación bajamos hacia la Esfinge, y nos sentamos en silencio bajo el hechizo de esos ojos terribles y ciegos. En el inmenso pecho de piedra distinguimos débilmente el símbolo de Ra-Harakhte, por cuya imagen la Esfinge fue erróneamente considerada de una última dinastía; y aunque la arena cubría la tableta que tiene entre sus grandes garras, recordamos lo que Tutmosis IV escribió en ella, y el sueño que tuvo cuando era príncipe. Fue entonces cuando la sonrisa de la Esfinge nos pareció vagamente desagradable y nos hizo pensar en las leyendas que hablaban de pasadizos subterráneos bajo la monstruosa criatura, los cuales descendían más y más, a profundidades a las que nadie se atrevía a aludir, y que se relacionaban con misterios anteriores al Egipto dinástico excavado y en siniestra conexión con la persistencia de dioses anormales con cabeza de animal del antiguo panteón nilótico.

2. En algún lugar bajo las patas de la Esfinge hay una cámara oculta construida en el año 10.500 a.C. por los supervivientes de la destrucción de la Atlántida. Allí, en la Sala de los Registros, está escrita la verdadera historia de la humanidad. La entrada se encuentra en el hombro derecho de la Esfinge. 147 grupos, de tres personas cada uno, intentarán infructuosamente entrar, pero el siguiente descubrirá que la entrada se abre sola con el sonido con sus voces. Bajarán por una larga escalera de caracol. Al final de su viaje encontrarán una imagen de ellos mismos que les está esperando desde hace miles de años, con sus nombres y una fecha: la de ese mismo día. A cada uno de estos viajeros se les permitirá retirar un objeto sagrado y revelarlo a la humanidad.

 3. Hay un templo secreto bajo la esfinge, y pasadizos que conducen a las Pirámides.

4. Entre la Esfinge y la Gran Pirámide hay un OVNI enterrado.

 5. Un día la cabeza de la Esfinge caerá, y en su cuello descubriremos una cápsula para viajar en el tiempo.

Es fácil sentir que estas historias funcionan, aunque sean literalmente falsas. No es tan fácil explicar por qué. Algunos elementos para entenderlas podrían ser:

1. Al hombre siempre le ha fascinado la idea de que bajo la tierra se esconden fabulosos tesoros, que si se sacaran a la luz podrían cambiar el mundo. ¿Dónde están las llaves, matarile, rile, rile? En el fondo del mar… (como la Atlántida). Podría decirse que la arqueología es la forma racional y científica de esta búsqueda, como la química lo es de la alquimia. El creador del psicoanálisis, Freud, traslada esta búsqueda a la mente humana: en sus profundidades (el inconsciente) se ocultan las verdaderas razones de nuestros actos, que hemos preferido olvidar porque se trata de traumas, recuerdos dolorosos (“monstruos”).

2. También nos ha fascinado siempre imaginar que en algún lugar se guarda toda la sabiduría de la humanidad, un registro de todo lo que alguna vez ha sucedido. La Biblioteca de Alejandría fue para los antiguos una encarnación casi perfecta de este sueño. Desde su destrucción, hemos sentido que algo nos falta, y que alguien tiene que haberse ocupado de guardar y encriptar una copia de seguridad de todas las cosas perdidas. Los espiritistas del siglo XIX llamaban a este lugar los Archivos Akhásicos, y pensaban que no tenía existencia física, sino que se encontraba en otro plano de realidad: durante el viaje astral, el sueño o el trance los iniciados podían llegar hasta ellos y consultarlos. Jung creó con su Inconsciente Colectivo una forma moderna de este mitema: un mar de sueños donde flotan, incólumes, los arquetipos de la Humanidad. Borges le dio una vuelta literaria en su célebre Biblioteca de Babel, donde se recogen todas las variaciones posibles de todos los alfabetos que han sido y serán. De algún modo, la Internet viene a ser una nueva encarnación de este sueño: en ella está todo. Incluso los archivos más ocultos y secretos son accesibles si uno conoce la password adecuada o sabe cómo averiguarla.

3. La tradición mitológica afirma que la humanidad actual vive en un estado degradado e imperfecto, como consecuencia de una catástrofe o pecado que la arrojó fuera de la Edad de Oro o Paraíso. Frente a ella, la Ilustración inventó una tradición contraria, la del progreso, según la cual camina hacia un estado cada vez mejor, y la Ciencia acabará liberándonos de las enfermedades, el sufrimiento y la muerte. La tradición mitológica reacciona contra esta visión progresista proponiendo un cambio fundamental en la imagen de la Edad de Oro: en vez de ser un estado natural en el que no existía tecnología alguna, tal como lo describen las tradiciones antiguas, pasan a imaginarlo como una civilización mucho más avanzada que la actual. Los elementos maravillosos de todas las mitologías serían recuerdos deformados de esa tecnología avanzadísima, quizá de origen extraterrestre: seres humanos que no mueren, que vuelan, que ven a distancia… La Caída del Paraíso se convierte entonces en una catástrofe ecológica (una guerra nuclear): el hombre perdió esa ciencia avanzadísima porque la usó para hacer el mal. Quizá si la verdadera historia sale a la luz, aprenderemos a no repetir el mismo error…

4. El elemento extraterrestre que aparece con frecuencia en estas historias puede interpretarse como una actualización o puesta al día de los dioses de la mitología antigua. Con frecuencia, asumen el rol del dios o héroe civilizador (o ángel caído), que trae a los hombres la sabiduría de un mundo superior del que voluntaria o forzosamente se ha visto exiliado.

 5. También reaparece en estas historias la idea del destino, que contradice la visión ilustrada del mundo como libre azar. Todo estaba escrito (una idea que conduce de forma natural a la Cámara de los Registros o al Libro de los Destinos: ambas cosas vienen a ser lo mismo). Este aspecto de las leyendas sobre la Esfinge recuerda las tradiciones sobre el palacio de Hércules, en Toledo: también en ese caso el material antiquísimo que se encierra en los sótanos resulta ser una imagen de la actualidad rabiosa.

2 comentarios:

Al59 dijo...

Gracias a los amigos de la lista Memoria por ayudarme en su día a darle vueltas a este tanteo.

Gharghi dijo...

¡Qué tiempos! Y pensar que por aquel entonces nos conectábamos unos minutos, bajábamos los mensajes, nos desconectábamos y confiábamos en volver a conectar para enviar las respuestas, después de leerlos con calma.
Respecto a los mitos, mitos son. La construcción de la Esfinge resulta harto difícil de entender, pero ahí están varias teorías que parecen apuntar a cómo se hizo. No parece que tenga debajo pasadizo alguno.