domingo, 9 de septiembre de 2012

Hágase la oscuridad

Para Fátima, Aníbal y David, que la oyeron toser antes que nadie.

 ¡Y se puede bailar!, dicen que dijo Dylan cuando escuchó por primera vez la versión lisérgica que hicieron The Byrds de su Hombre de la Pandereta. Pues sí: también a esta canción que he hecho estos días, que empezó sonando más bien intimista y sinfónica, sin dejar de sonar así, con sus acordes invertidos, su nota pedal y sus giros modales, ha empezado a latirle el corazón a mil por hora.

Es mi hora drum and bass: de las canciones de Ciento Volando, me fascinan sobre todo los momentos en que Benja y Luli se quedan solos marcando el ritmo y el grado cero de la armonía; y me encanta arreglar con la Orquesta Encantada la percusión y el bajo de los temas nuevos que voy haciendo. Es como darles el beso de la vida.

En lo que grabamos la canción bien cantada, con instrumentos de verdad, así suena en las voces tuneadas de mi orquestina portátil:





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