lunes, 30 de mayo de 2011

Que de veras te lo digo



Por si les apetece cantar este romance tradicional. La música cientovolandera que le ha salido se parece a muchas versiones tradicionales, aunque no es exactamente ninguna de ellas.

Gerineldo, Gerineldo,
Gerineldito pulido,
¡quién te tuviera esta noche
dos horas a mi albedrío!
—Porque soy vuestro criado,
señora, burláis conmigo.
—No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo...

jueves, 26 de mayo de 2011

Dos poemas inéditos de Miguel Ángel Velasco


Por gentileza de Isabel Escudero, les acerco dos poemas inéditos de Miguel Ángel Velasco. El primero está escrito como reacción a las protestas populares que hubo en Grecia el año pasado; el segundo, algo anterior, maldice del dinero y su imperio. Con la que está cayendo, los dos resuenan hoy cercanos y oportunos.

GRECIA, 2010

Tuviera uno las fuerzas
de antes, y corriese a defender
la dignidad vendida, como antaño
hacían los poetas, cuando aún
había en este mundo
cantores orgullosos de su nombre,
no gestores de un nombre y un medroso
valor en la almoneda.

Qué mansos nos llevaron al pesebre
a masticar la paja del raquítico
prestigio adocenado.

Nos llenaron la boca
con la palabra Grecia, mientras iban
desnutriendo la vena
de nuestra educación, mientras faltaba
cada día un recurso
distinto del pupitre,
una vieja herramienta
de luz, una raíz del tronco antiguo.

Del vasto capitel,
de aquel nuestro alimento necesario
para catarle a la verdad su dátil,
al saber su sabor; para saberle
las vueltas a la trampa, ese diario
fabricarnos el miedo, el ruido ruin
de tanta alpaquería como asorda
la canción del ahora,
la vida del espíritu,
cada día saltaba una viruta
hacia el olvido, hacia la nada eterna
desde la urgencia del cepillo frío.

Hasta este deslucido muladar,
esta patria de noche
que santifican firmas y academias.

Pujad, yo doy cinco poetas, seis
reservados orfebres de su ombligo,
por sólo un grano de esta masa ardiente,
por uno sólo de estos
desgajados oscuros
de la breada carne
de cañón de su tiempo,
y al joven de mi ayer, al que gasté
en consentidos bríos y bravatas
lo pongo a combatir a pie de calle
codo con codo con el pueblo griego,
ramo con ramo con el viejo olivo.


TIEMPO DINERO

Axioma del milagro: dinero igual a tiempo.
Vende el día el cambista, la noche el poseído
de su lucro, lo venden tratante y competencia,
y la fulana vende su tiempo perfumado.

Ya no huele el dinero, que lo atusan muy fino,
que lo sedan y almizclan, y lo viajan abstracto.
Pero se cuela el tufo de las viejas letrinas
en cada urgente gesto sonámbulo, en el gesto

del presente y del pésame, de la mano tendida
con la dádiva fácil o el empinado adiós;
en el gesto entregado de subirle el rebozo
al durmiente que sueña sin saberse denario.

Hila cada resquicio el astuto micelio
del dinero, se afianza en cada telaraña
de cada paraíso, de cada árida mística
sentimental, en cada solitario cultivo.

El dinero se esconde como fuente Aretusa,
pero su peste cala la tierra que pisamos.
Ya no es tierra esta tierra, que un día de abandono
la entregamos cobardes a gestores del miedo.

Y el tiempo que va oliendo, Mañara embalsamado,
a dinero evidente, mientras la voz del niño
acusa: ¡va desnudo! Y el don Juan a su burla,
porque sabe que el niño también está comprado.

Se te compran el tiempo que te cuesta ganarlo,
esclavo, y no te quejas; lo malvendes, vendido.
Carne de propaganda, ¡aviva!, ¿no recuerdas
la promesa de un mundo, tu promesa de un día?

Despierta, tú, breado de la usura, sacúdete
el mal sueño de pez, tu parda siesta espesa,
operario, aprendiz, oficinista, paria,
intelectual dormido…; cuánta masa vendida

en la turbia almoneda por el premio de un rápido
auto para las tornas; por un circo barato
de domingo, ese juego de pelota que heredas
de los dioses aztecas, sin la espuela y el riesgo.

Para que no lo dejes caer del corazón,
va la estrofa ferrada en la vieja cuaderna
de aquellos calafates tan bravos que traían
las aguas, las lorigas del cauce repitiendo

la antigua barcarola de que todo es del río
eterno de los sueldos; la moneda sonante
de las nieves de antaño, de donceles vellidos;
su linaje de cambio, sus nombres de dinero:

Nuños, Arias, Gonzalvos, sacrificadas huestes
por aquellos vellones, por los cueros aquellos,
por aquellas putañas tan caras como fueron
de dejar y tan fáciles, las madres con las hijas;

¡despertarais y viereis cómo se llama el cuerno
quemado del milagro, cómo se llama el viejo
portento de a las horas, cómo se llama el don
de entonces y de agora, pascual tiempo dinero!

12. XI. 09

miércoles, 25 de mayo de 2011

Sin deberes para mañana


Llevo unos días sin voz, virtual al menos. Siento que tendría que decir algo sobre varias cosas, atendiendo sobre todo los comentarios sagaces de los que paráis por aquí; pero (quizá por algo tan tonto como haberme quedado sin el ordenador que solía ser mi campamento base) se me va el rato sin encontrar cómo. No desisto, en fin. La última noticia es tan buena que, al menos, la dejo apuntada, aunque ya ha aparecido en los comentarios: hoy ha hablado Antonio Muñoz Molina de mi Devocionario Pop, larga y generosamente.

*

Otra noticia estupenda es que acaban de llegar en el correo estos versos de Ana Leal, nacidos al calor Solar, y que acompañan muy bien los discursos del maestro de la última entrada. Así corren:

Aires de desengaño están corriendo
agitando la plaza y sus carteles:
¡no tenemos futuro! ¿a qué viene
aburrirse, atontarse trabajando
por eso que decían que tenía
que cumplirse y que se va sintiendo
lo mentira que es, y que es tan falso
igual si está en pasado que en futuro?

Si hay ahora sin fin, si no hay camino
y a cada día con su mal le basta,
¿a qué viene enfadarse y no dejarla
que, libre de futuro, en asambleas,
suene la voz que dice “¡No!” y que canta
“¡Más despreocupación!", que el pueblo sabe,
porque no tiene prisa, ir haciendo
caminitos de vida y deshaciendo
los trampantojos que el Señor le arma,
se llamen Democracia de Ultramemia
o la Revolución para Mañana.”

No hay mañana, no; y no creemos
que haya nada que hacer para mañana.
Por eso aquí seguimos, desmintiendo
las verdades del Orden de la Historia
que se hacía robando horas al sueño,
que es hermano de sangre de la vida,
y no dejando despertar al pobre
que clama: “No hay futuro: ¿lo sabíais?”
y “¡que muera el Patrón de la Semana!”

sábado, 21 de mayo de 2011

Agustín García Calvo en Sol y Zamora


Asamblea de la Puerta del Sol
Habla Agustín García Calvo
Madrid
19 de mayo de 2011

[Ahora se puede escuchar tal cual fue en la página de Lucina. Gracias a los amigos de Las Aguas, a mi tocayo Rivero y a Teresa por lo mucho y bueno que hacen para que esto rule y haga quién sabe qué. Añado un vídeo con la intervención del maestro, al día siguiente, en la asamblea de Zamora. Gracias a Gndolfo por subirlo a su blog.]

Sois la alegría, es la alegría de lo inesperado, de lo no previsto, ni por parte de las autoridades y gobiernos, ni por parte de los partidos de cualquier color, verdaderamente imprevisto: vosotros mismos o casi todos, hace unos pocos meses o semanas, tampoco lo preveíais que pudiera surgir. Aunque esto es así, la alegría es lo inesperado y no hay otra alegría, no hay futuro, como repetiré ahora, sin embargo voy a decir algo que parece contradictorio, que es que yo estaba esperando esto desde hace cuarenta y tantos años, cuarentayséis. [vivas y aplausos]

Os cuento un poco cómo: por los años sesenta, como habéis oído los más jóvenes, empezó a levantarse por el mundo una oleada principalmente de estudiantes en las universidades, cámpuses y sitios así de Tokio, California… el sesentaycinco, en febrero, esa oleada llegó a Madrid; yo me dejé arrastrar por ella con mucha alegría, me costara lo que me costara; como sabéis, la ola después siguió en Alemania con Rudi Dutschke el Rojo y después finalmente en Francia, con el famoso mayo francés, donde fue más o menos terminando la ola. Os voy a decir cómo entiendo yo que aquello del año 65 se relaciona con esto. Tal vez alguno de los más viejos o no tan viejos os lo podrán decir (que aquí seguramente incluso los padres de los más viejos de vosotros eran en aquel entonces estudiantes en la ciudad universitaria de Madrid, corriendo conmigo delante de los guardias, que entonces se llamaban los grises...), pero por mi parte os lo voy a decir: es que en aquellos años en el mundo avanzado o “primero” se estaba estableciendo un régimen, un régimen del poder, que es justamente éste mismo que ahora estáis padeciendo conmigo… Me callo un poco mientras... [Mucho jaleo. Una voz: “¡No te calles, sigue!”] …se estaba estableciendo este régimen, que es el que hoy estáis padeciendo conmigo, y que es, para decirlo brevemente, el régimen, la forma de poder en que el Estado, la gobernación, la administración estatal está del todo confundida con el capital, con las finanzas, con la inversión financiera: enteramente confundida. [Aplausos, gritos.] Por tanto, se puede decir que es el Régimen del Dinero, simplificando, y por tanto yo creo que muchos de vosotros por lo bajo estáis sospechando que es contra eso principalmente contra lo que os levantáis, contra lo que sentís ganas de gritar, de decir lo único que el pueblo sabe, que es decir ¡NO! [Aplausos largos. Voces: “ahí está”.]

Por tanto, aquello que me arrebató a mis treintaynueve años, hace cuarenta y seis, es lo mismo que ahora llega a su culminación, a su casi vejez: el régimen del estado-capital, el régimen del dinero, efectivamente da señas él mismo de estar cansado, con cosas como los cuentos de la larguísima crisis y cualesquiera otros que os lleguen, y con las cifras y estadísticas con las que cada día tratan de entreteneros para que no sintáis, no os deis cuenta de lo que está pasando por detrás de las cifras y de los nombres que gobiernos o partidos sacan para eso, para teneros entretenidos precisamente. De manera que es bastante lógico que me encuentre entre vosotros en este momento de, más que madurez, envejecimiento del régimen, como me encontraba en sus comienzos. Para mí el levantamiento de los estudiantes por el mundo en el 65 obedecía a que se daban cuenta de lo que nos venía encima; ahora vosotros habéis tenido mucha más cantidad de sufrimiento directo de lo que el régimen es, aunque lo llaméis con diferentes nombres a este sufrimiento, y por tanto es, al mismo tiempo que inesperado, lógico que os estéis levantando y voceando contra ello.

Yo puedo contaros más, pero tampoco querría, por ponerme aquí a colaborar a mi manera con este levantamiento, como quiera que lo llaméis, no querría parecer que vengo a dar consejo, pero, a pesar de que no quiero parecer tal cosa, os voy a adelantar un par de ocurrencias que me vienen, ocurrencias negativas sobre todo. Lo primero es no contar para nada con el Estado sea cual sea: ninguna forma de organización estatal. [Aplausos y revuelo.] Es un error que por lo que veo muchos de vosotros percibís sin que haga mucha falta decíroslo. Por tanto, y a consecuencia y a continuación, tampoco se puede utilizar para nada la Democracia, ni el nombre de ‘democracia’. Lo siento, esto ya veo que no despierta tan inmediatos aplausos, pero sin embargo tengo que insistir en ello. Ya comprendo que lo de elegir lemas como “Democracia real ya” puede ser, por parte de quien lo inventara, una táctica, una táctica para no dar demasiado la cara, porque parecería que decir de frente y de inmediato “¡No a cualquier Estado, democrático o no!”, podría sonar mal y esta timidez o modestia puede esplicarlo, pero yo creo que es hora de irse desprendiendo de este engaño. La Democracia es un trampantojo, es un engaño para lo que nos queda de pueblo vivo y de gente; lo era ya desde que se inventó entre los antiguos griegos en Atenas y otros sitios. Es un trampantojo que está fundado sobre todo en esta confusión que el nombre mismo denuncia: demo y kratos. Kratos es poder y Demo se supone que es pueblo, y, sea lo que sea de los avatares de cualquier historia, nunca el pueblo puede tener el poder: el poder está contra el pueblo. [Bravos.] Esto es una cosa demasiado clara, pero hay que entenderla. [Aplausos y vivas.] De manera que supongo que esta contradicción que está ínsita en el propio nombre de la democracia os anima mucho más a entenderlo de veras. El régimen democrático es simplemente el más avanzado, el más perfecto, el que ha dado mejores resultados, el que ha llegado a producir el Régimen del Bienestar en el que nos dicen que vivimos; es simplemente eso, pero al mismo tiempo no deja de ser el Poder, el de siempre. Por el contrario, cuanto más perfecto, cuanto más avanzado, está más avanzado en sus trucos para engañar y por tanto en el manejo de la mentira, que es esencial para cualquier Poder. Esto espero que lo entendáis también bien: sin mentira no se sostiene ninguna forma de Poder. La mentira es el hacer creer, la fe, y ése es el cimiento, el fundamento para cualquier estado. De manera que, si alguno de vosotros tiene la ilusión de acceder a una democracia mejor, pues le pediría que se fuera desengañando de ese camino. No es por ahí, no es por ahí, y si vuestro levantamiento llegara a alcanzar un carácter organizado, en definitiva semejante al de la propia administración del Estado, estaría ya con ello mismo perdido, no estaría haciendo más que repetir otra vez la misma historia con otros colores y perfeccionada justamente porque ha asimilado el levantamiento, porque ha asimilado la protesta, que es la manera en que a través de revoluciones siempre fracasadas los estados han venido avanzando; es lo que justamente les hace falta, porque para seguir siendo el mismo como lo es, el Dinero no puede menos de cambiar, cambiar para seguir igual: éste es el gran truco que tenéis encima. Cuando os sugiero o os pido la renuncia a ideas de otro estado mejor, de otro poder mejor y os recuerdo que… [Jaleo grande en la plaza.]

…ya voy a terminar para que os entretengáis con otras cosas a lo mejor más divertidas que yo. Cuando estoy atreviéndome a recomendaros el desengaño de cualquier forma de poder, y por tanto estoy borrando de la lista algunas de las reivindicaciones que vuestros dirigentes han establecido y divulgado, al mismo tiempo os estoy desengañando de otra cosa, que es el Futuro, el Futuro: éste es el enemigo. Comprendéis bien que al rechazar vuestro levantamiento como intención de encontrar otro régimen mejor, estoy desengañándoos de el futuro [“¿qué propones?”]. El futuro es eso con que os engañan, a los viejos también, pero sobre todo a los más jóvenes, cada día: os dicen “tenéis mucho futuro” o “tenéis que haceros un futuro”, “cada uno tiene que hacerse su futuro” y eso es justamente, aunque no lo digan, una resignación a la muerte, a la muerte futura. El futuro es eso; por tanto, el futuro es el que necesita el Capital; el dinero no es más que crédito, es decir, futuro, fe en el futuro; si no pudiera echar cuentas, ni habría Banca ni habría presupuestos estatales. El futuro es de ellos, es su arma. Por tanto, nunca dejéis que os suene como algo bendito o beneficioso: debe sonaros justamente a muerte, que es lo que es el futuro. Lo que estemos haciendo aquí, lo que estéis haciendo aquí, ello dirá lo que da de sí, pero no tenemos futuro; no tenemos futuro porque eso es propio de las Empresas, de las finanzas y del Capital. ¡No tenéis futuro!: esto es lo que hace falta ser valientes para denunciar.

Os voy a dejar ya, no voy a hacer más sugerencias por ahora. Una cosa mucho más práctica y de momento: desearía por supuesto que después de las famosas elecciones de… del 22, que estorban mucho (ya lo habréis visto cómo no sólo los Medios os enredan junto con la cuestión de las elecciones, que no tienen nada que hacer, sino que muchos de vosotros perdéis una gran parte de vuestro tiempo pensando cuál es lo que hay que hacer respecto a votar o no votar y votar por acá o votar por allá), es un estorbo formidable… de manera que mi deseo sería que, cuando pase ese coñazo, esa estupidez de las votaciones, sigáis vivos, sigáis vivos y más o menos juntos los unos con los otros. [Aplausos.] Y en ese caso me atrevería a sugeriros una táctica de momento (seguir haciendo las asambleas aquí es probablemente un error que no puede sostenerse mucho): desde luego en esto, en una rebelión como ésta, como ya creo que todos sabéis, no puede haber otro Órgano ni decisivo ni representativo más que las asambleas. Y os lo voy a decir enseguida por qué [aplausos]: no puede haberlo porque las asambleas como ésta misma tienen esta gran ventaja: que no se sabe cuántos son, están entrando y saliendo, y nunca se pueden contar, y por tanto nunca pueden votar, como hacen los demócratas, porque no se sabe ni cuántos son ni cabe estadística ni cabe cómputo ninguno. Esto es lo que a una gran asamblea la acerca a ser eso de pueblo, que no existe pero que lo hay, y que es lo que queda por debajo de las personas, que ésas, sí, se cuentan en número de almas y en número de votos, pero lo que queda por debajo, no. Así que no renunciar nunca a las asambleas. Tal vez una dispersión.

Ahora me dirijo un poco a la parte de vosotros que son estudiantes más o menos y que me tocan más de cerca: una de las tareas más inmediatas sería ocupar las escuelas y facultades... [Aplausos.] Y termino diciéndoos por qué: porque hace mucho tiempo bajo el Régimen del Bienestar, bajo este régimen que padecemos, los centros de enseñanza, las Universidades, han quedado reducidas a una sola condición real, que es la examinación: examinar, todo lo demás son cuentos. [Aplausos.] Tienen que examinar para producir por ese camino futuros funcionarios tanto del Capital como del Estado o de la Universidad misma, que es también una parte de esos implementos del Estado. [Interrupción por cánticos en la plaza: “oé oé oé/ lo llaman democracia y no lo es”.]

Por tanto y para dejaros, mi sugerencia va en este sentido: ocupación de los centros, hacerlos reconocer que no están ahí ni para enseñar ni para investigar ni para nada, que están ahí para examinar, examinaros y producir así futuros funcionarios, están creando vuestro futuro, en eso no nos engañan, y por tanto la acción más inmediata ¿cuál puede ser?: pues naturalmente la destrucción, el boicoteo de los exámenes en curso; por ejemplo, los que ahora acaban de empezar en mayo mismo. Es algo de corazón. [Aplausos.] Con esto que a lo mejor lo primero os puede parecer un poco descabellado, pero que, si os dejáis pensarlo, a lo mejor no tanto, recordando que la sumisión a los exámenes es simplemente sumisión al futuro, que nosotros no tenemos futuro, y recordando que los centros en los que estáis metidos están destinados solamente a eso, a la fabricación de futuro y números de funcionarios, tal vez no os parezca tan insensata la propuesta. Pero os parezca o no, con esto ya me despido, volviendo a repetiros la alegría que esto tan inesperado me ha traído y que al mismo tiempo estaba esperando desde el año ’65. ¡Salud! [¡GRACIAS!]

*



viernes, 20 de mayo de 2011

Los rincones de Carmen Jodra


Como fan de Carmen Jodra Davó (que no Jodrá Davo), llevaba queriendo leer su segundo libro, Rincones sucios, desde que leí (¡hace ya siete años!) la reseña elogiosa de García Martín en El Cultural. Lo publicó el Ayuntamiento de Talavera de la Reina, sin duda porque ganó un accésit del Premio Joaquín Benito de Lucas del 2003, que convocan allí. Con lo que el libro debió de moverse poco, tirando a nada (lo que siempre es más que otro que yo me sé...). Lo busqué en su día en la Casa del Libro de Madrid y no hubo manera. Por suerte, hoy tenemos Iberlibro.

El volumen es breve (62 páginas), pero bien proporcionado. A mí me gusta más que el primero, y el primero me encantó. Como ya no es menor (antes tampoco), la autora se desnuda oportunamente, sin darle importancia, pero sin tapujos. Nos enteramos así que, además de la poesía griega, le gustan las chicas, los barbitúricos y las epíforas y que cita sin citarlo a Pavese (que no a Celan). Vaya la prueba como muestra, aunque los poemas que se podrían traer, por sabrosos y bien hilados, son muchos:

Que estoy cansada y triste no es una novedad,
que me gustan las chicas no es una novedad,
que tú pasas de mí no es una novedad,
y que añoro la muerte no es una novedad.
Pero pensar que acaso ella tiene tus ojos,
con los que, igual que tú, me mira desdeñosa
antes de abandonarme al dolor de mi ansia,
pensarlo de ese modo, sí es una novedad.


*

Buenas noticias: hay una nueva edición, revisada, a la venta.

martes, 17 de mayo de 2011

Visita de André Breton


Aunque suene trasnochado, uno ha tenido, por suerte, algún que otro gurú en su vida. Parece justo llamar así a esos autores de los que uno acaba leyendo y coleccionando cuanto cae a su alcance, y cuyas máximas y logros le han orientado fielmente, lo mismo en días de gozo que de zozobra. Mi lista es corta, aunque no tanto que no necesite ambas manos (mi padre, el tite Antonio, el maestro Agustín, Jung, Robert Fripp, Bachelard, Borges...). André Breton, desde luego, no falta a la cita. Nunca he admirado especialmente su poesía, que incumple un tanto la promesa de sus planteamientos —pero todo lo demás que emana de él (ensayos, manifiestos, rabotazos; y, en fin, el surrealismo todo) me fascina. Incluso nuestras diferencias, que no son menudas (yo amo las que él llamaba, con asco, formas fijas), me permiten la ilusión, placentera, de un diálogo implícito, en el que yo tengo razón pero a él no le faltan motivos.

Ayer noche vino a visitarme. Me había llegado en el correo un libro descatalogado suyo, la traducción española de Arcane 17. Apenas tuve tiempo de hojearla, pero a primera hora de la noche empezaron a lloverme versos y frases que llevaban, de diversa manera, su impronta. Una de ellas lleva incluso el ISBN del famoso azar objetivo: cuando escribí sobre el enano que duerme a veces en mi pie izquierdo no podía imaginar que a primera hora de hoy me daría una contractura en el mismo. Conste que no se lo tengo en cuenta, maestro. Pero hay formas más elegantes de marcar de qué pie cojea uno. (Y ya se sabía.)

Como llegaron, proceden.

1. La mano peligrosa que atraviesa nuestros sueños.
La llamarada cómplice de un pájaro asegura
que no está hecha de imágenes la sombra. Despertamos.

2. —¡Confesad! ¡Sois el amor!
—En modo alguno.
La uña del pie izquierdo del enano
que vive intermitente en su zapato.

3. Subieron a un lugar remoto y contemplaron la ciudad desierta. Bajaron y se pasaron una hora antes de lograr aparcar su asombro.

4. Antiguamente, los mapas iban firmados. Eran la cifra de un viaje real: un billete de ida. Quien lo emprendía, no encontraba lo mismo que el viajero anterior; pero llegaba a entender por qué dibujó según qué cosas. Como lo entendería quien siguiera el suyo.

5. Placeres bretonianos. Hacerse servir una demolición al plátano.

6. En el mundo de Chihiro, como en el Mahabharata, todo es lo que es, pero no solo ni principalmente. Chihiro podría ser, de veras, la nieta de Yubaba.

7. Nuestra brújula mira al crepúsculo. Hay algo nuestro que nunca se aclara.

8. Y tacharnos / en las líneas que marcan el tiempo.

9. Alguien ha muerto. Su presencia es ubicua en la noche. Nuestras sombras son hoy sus esclavos.

10. Ha venido una flecha preguntando por mí. He mordido sus plumas. Ahora vuelo a su encuentro.

sábado, 14 de mayo de 2011

Leyendas urbanas


Música planeadora, le llama el simpático gurú de Radio 3, José Miguel López, a este tipo de melodías que flotan sobre los acordes y acaban fundiéndose con ellos. Yo las llamo duermevelas. Ésta tiene sólo cuatro acordes, pero probablemente sean suficientes: la menor, sol menor, sol sostenido menor y re menor, en alegre rueda. Aunque todos son menores, no diría yo que el efecto es melancólico; ¿épica en tono menor, quizá? Los instrumentos son sesentiles: dos melotrones (flauta y cuerda) y un piano eléctrico.

sábado, 7 de mayo de 2011

De cómo acaba uno dando charlas sobre folklore


[Más o menos esto les contaba yo esta mañana a los asistentes a las II Jornadas de Historias Locales de Extremadura, en la mesa sobre "El patrimonio oral de Extremadura" organizada por el maestro Juan Rodríguez Pastor. Gracias a éste y a aquéllos, por su confianza y paciencia.]

Permítanme comenzar citando a Manuel Machado. Son unos versos muy breves, de esos que (como exigía el filósofo pesimista Cioran) se podrían susurrar al oído de un moribundo para resumir con la debida brevedad el sentido de la vida. Dicen así: ¡Quién lo había de pensar, / que por aquel caminito / se llegaba a este lugar! En este caso, a hablarles a Vds. del patrimonio oral de Extremadura, cuando uno está tan lejos de ser un experto en el tema. Intentaré explicar cómo nos hemos visto Vds. y yo en este brete, a ver si conseguimos sacar alguna luz.

Hablar de folklore es hablar de tradición: la entrega espontánea a los demás de un tesoro (o de una patata caliente); a veces, incluso, de una verdadera obsesión. Casi nunca somos conscientes de tal entrega: quien más, quien menos, vivimos instalados en el folklore, somos usuarios del mismo, y cada vez que citamos un refrán o le cantamos a nuestros hijos una canción infantil o comentamos con nuestros amigos la penúltima versión de una leyenda urbana, estamos compartiendo no algo que tenemos, sino lo que somos: la parte más juguetona y mercurial de nuestra memoria.

Si busco en mi memoria, tengo que darle la razón a Freud (o a lo que solemos pensar que dijo Freud); la culpa de todo la tienen los padres. En mi caso, desde luego, si comparezco ahora ante Vds. como folklorista aficionado, amateur, culpable de haber enredado a mis alumnos (o haberme dejado enredar por ellos) en varios empeños de recopilación de leyendas, romances y otras yerbas, es porque, a pesar de crecer en Madrid en los años 70, en un entorno donde la televisión, el cine y la música pop constituían ya (junto a la bollería industrial) nuestra dieta predilecta, el folklore vino a instalarse muy pronto en mi vida por una doble vía, materna y paterna.

Mujer refranera, mujer puñetera. Es uno de los primeros refranes que recuerdo haberle oído a mi madre, mujer desde luego de armas tomar, de las que no se callan ante las injusticias. Más de la mitad de los muchos que he podido oír o leer después, cuando me he interesado por el tema, me han sonado a conocidos, así que yo creo que los oí primero de sus labios.

Ahora que soy padre y la he visto, como abuela, en acción, cuidando a mis hijos, comprendo sin dificultad de dónde me viene a mí el placer de escuchar y cantar canciones de las que no suenan por la tele ni en los discos; e inventármelas, llegado el caso. Cuando era pequeño, estaba convencido de que la Calle del Mercado donde resucitó Don Gato estaba en mi barrio, un callejón al final de la calle Jacinto Verdaguer: tan nuestras sentíamos esas canciones que no es raro que años después, cuando me vi por primera vez de profesor en el instituto Vegas Bajas de Montijo, en 1996, lo primero que se me ocurriera hacer con mis alumnos fuera animarles a recoger las canciones infantiles que conocieran, sorprendiéndome al ver que, como diría Heráclito, eran las mismas y no las mismas que yo conocía de siempre, llenas de variantes jugosas.

Hasta ahora les he estado hablando de raíces; pero con esta primera experiencia con mis alumnos, que fue instructiva para ambas partes, entra en juego para mí por primera vez lo que el folklore tiene de ramificación, de perderse (y hallarse) por las ramas, en un juego de variaciones que tiene por fuerza que fascinar a cualquiera que se pare a contemplarlo. Antonio Rodríguez Almodóvar ha definido los cuentos populares como la tentativa de un texto infinito. Yo no conocía entonces esta fórmula, pero me deslumbré con la evidencia de que una canción tan conocida y sencilla como aquélla del barquero:

Al pasar la barca
me dijo el barquero:
‘Las niñas bonitas
no pagan dinero’.
‘Yo no soy bonita
ni lo quiero ser’...

se convertía, a partir de ese verso, en un verdadero caleidoscopio de posibilidades, hasta el punto de que casi no había dos alumnos que coincidieran en la continuación: ¿yo pago dinero como otra mujer? ¿arriba la barca de santa Isabel? ¿las niñas bonitas se echan a perder?

Les invito a hacer el mismo experimento y sorprenderse con el resultado. Por mi parte, de ahí arranca una fascinación que con los años sólo ha podido ir a más. Su resultado más visible es el Cancionero y Romancero del Campo Arañuelo, este CD publicado en el 2006 del que les traigo algunos ejemplares, y que a pesar de ser una obra irregular, imperfecta, contiene una muestra bastante interesante de los romances y canciones varias que se cantan por el Campo Arañuelo y la Vera. La obra la hicimos materialmente tres personas: Félix Contreras, gran dulzainero y conocedor de este repertorio, María Angustias Nuevo Marcos y yo, pero aunque nosotros embotellamos el agua y la etiquetamos, la fuente fueron los alumnos del Instituto Augustóbriga, en que Marián y yo damos clase, y una informante excepcional de Jaraíz de la Vera, Guadalupe Alegre, que canta la mayoría de los romances que aparecen.

La obra recoge no sólo el texto de las canciones, sino una grabación de las mismas (sin acompañamiento instrumental), la partitura y un comentario que intenta alumbrar la relación entre cada versión que se recoge de estas canciones y otras producciones similares. Mentiría si les dijera que fue sencillo publicarlo: nosotros pensamos en su día que el Ayuntamiento de Navalmoral era el candidato obvio para apoyar una iniciativa así, y desde la autoridad nos dijeron que contáramos con ello. Pero cuando llegó la hora de la verdad, con la obra terminada y un presupuesto por delante, los digos florecieron en don diegos y tuvimos que buscarnos las habichuelas por ahí, con la suerte de que una institución local, Arjabor, asumió el coste, y otras, como la Diputación de Cáceres, la central de Almaraz y la Institución Cultural El Brocense acabaron apareciendo en la foto (en la portada), aunque a mí como autor nunca me quedó muy claro qué parte de la factura asumieron (si es que asumieron alguna). No sé si es adecuado ser tan sincero, pero mi impresión fue que una vez rechazado el invento por un gobierno del PP (el ayuntamiento de Navalmoral), las fuerzas asociadas al PSOE nos echaron un cable (que agradezco muchísimo), un poco por gusto y otro poco por fastidiar al contrario.

Volviendo atrás, les decía que el folklore se instaló también en mi vida desde otra perspectiva, la paterna. Aunque a mi madre le encanta leer, el folklore que me trasmitió era oral, con una pureza infrecuente ya en el mercado. Más de una vez me he sorprendido encontrando en la obra de Correas, de 1627, refranes que yo creía inventados por ella, como aquel de La ensalada, salada; poquito vinagre, pero bien aceitada. Aunque, si pensamos en la historia de la humanidad, el siglo XVII es antes de ayer, mí me da cierto vértigo pensar que de 1627 a acá el refrán haya estado dando vueltas de boca en boca hasta llegarme a mí por la suya.

El caso es que mi padre, por su parte, es fundamentalmente un hombre de lecturas, un autodidacta que abandonó pronto los estudios (había que trabajar), pero que en cuanto estabilizó su vida se consagró a leer por gusto, vorazmente. La biblioteca en la que me crié se construyó a finales de los 60 y principios de los 70, en la época en que los libros interesantes se compraban de forma clandestina en la trastienda de las librerías (después de que uno cobrara cierta confianza con el librero): en esa trastienda, y luego en mi casa, se reunía todo lo reprimido por el régimen. Los libros políticos, sobre el marxismo o las comunas hippies, pero también los que ofendían a la iglesia por razones varias: libros sobre psicoanálisis, alquimia, teosofía… Había títulos increíbles, como El libro que mata a la Muerte, de Mario Roso de Luna, un extremeño ilustre del que merecería la pena hablar largo y tendido.

De la biblioteca paterna recuerdo sobre todo dos libros que leí muy pronto: la Ilíada y la edición en tres tomos de Las mil y una noches, en la editorial Aguilar, por Rafael Cansinos Assens. Los cito porque ahora me doy cuenta de que gracias a esas lecturas me hice filólogo clásico y acabé editando el año pasado este libro que también les traigo como obsequio, El aula encantada. Tradiciones populares marroquíes recogidas por los alumnos del IES Augustóbriga de Navalmoral de la Mata.

Cansinos Assens no estaba en ‘el canon’ cuando yo estudié COU, pero Borges, que no es cualquiera, lo citaba siempre como su maestro y la persona que más había admirado en el mundo. Su edición de Las mil y una noches es una maravilla: son miles de páginas en papel biblia que traen más cuentos que cualquier otra que yo conozca, con los poemas vertidos en verso castellano de gran calidad. La obra va introducida por un estudio amplísimo, muy pormenorizado, de la obra y cada cuento está enriquecido con infatigables notas al pie. En ella aprendí quiénes son los yinn, los genios: unas criaturas prodigiosas que lo mismo están atrapadas en una botella, debidamente sellada por el rey Salomón, que entran en las casas a través de las letrinas o raptan a una princesa especialmente hermosa para guardarla en un cofre y gozar en exclusiva de su amor.

A este tipo de buenos recuerdos se agarra uno, casi sin darse cuenta, cuando se encuentra como docente en una situación comprometida. Para mí lo fue encontrarme el curso pasado con un grupo de La Lengua como Herramienta de Aprendizaje (un tipo de apoyo o refuerzo de Lengua para alumnos de 1º y 2º de ESO) formado íntegramente por alumnos marroquíes, casi todos con muy mal expediente, y varios de ellos con un nivel mínimo o inexistente de español. Siempre he odiado enseñar o aprender español, o cualquier otra lengua, con frases del tipo My tailor is rich o El niño come manzanas, contenidos vacíos, que no dicen nada digno de recordarse, así que para no morirme de asco ni dejar morir a mis alumnos empecé a buscar formas de comunicarme con ellos, y di enseguida con el folklore. El primer asidero que encontré fue un librito de cuentos orientales más o menos sufíes o zen, Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de Oriente (EDAF). Se me ocurrió que contarles de viva voz aquellos cuentos y después animarles a contarlos ellos mismos sería una manera excelente de practicar la comprensión y la expresión oral. Y vive Dios que lo fue. Aquellos cuentos tenían que ver con su propia tradición, les resultaban muy cercanos, pero pronto los fuimos agotando; fue un paso bastante natural animarles a que me contaran cuentos que ellos conocieran y yo no. Como en estos casos hay que empezar por algún sitio, me acordé de Las mil y una noches y les pregunté por los yinn

El resultado fue tan abrumador que no tardó mucho en tomar forma de libro. Aprovechamos el plan PROA para crear un taller en el que los alumnos marroquíes proporcionaban las historias y otro grupo de alumnos, no marroquíes, las leían e ilustraban, animados por un compañero que vale un potosí, Íñigo Duarte. Por mi parte, yo cumplí el sueño de ser Cansinos Assens por un día, escribiendo una docta introducción y anotando concienzudamente los cuentos con todo tipo de paralelos y notas (unas más útiles que otras y quizá todas, ay, algo pedantes).

Voy concluyendo. A diferencia del Cancionero y Romancero, que no tuvo (a mi juicio) toda la suerte que merecía, este libro nació con buena estrella: la dirección de mi centro lo apoyó con entusiasmo, la administración financió su publicación y tuvo luego a bien premiarlo como la mejor publicación escolar de este tipo del año 2010. Tuvimos incluso la suerte de que José Manuel Pedrosa, un folklorista al que admiro enormemente, viniera a Navalmoral a presentarlo y lo reseñara generosamente.

El folklore leído en el que me inició mi padre ha venido así a convertirse también en folklore vivido, compartido siempre con los alumnos, de los que tanto se puede aprender, si uno se deja. Y en esas confieso que sigo, ahora recogiendo leyendas urbanas, sobre una de las cuales, la de Verónica, he tenido el placer de escribir un artículo para la revista Estudos de literatura oral. Mi idea es trabajar un par de cursos recogiendo e ilustrando leyendas urbanas y después recopilarlas y comentarlas debidamente. Esperemos tener tiempo y oportunidad de hablar más despacio de eso en alguna ocasión. De momento, corto y cierro, esperando no haberme excedido en el tiempo: confío haber explicado un poco por qué caminos tan extraños, y a la vez tan lógicos, se llega de cantar Ahora que vamos despacio / vamos a contar mentiras a intentar traerles hoy, con cierto apuro, unas pocas palabras verdaderas. Muchísimas gracias.

lunes, 2 de mayo de 2011

Una modesta proposición


Propuesta: quienes hayan sido alguna vez cargos de Batasuna, o simplemente simpatizantes, podrán recuperar sus derechos políticos tras participar en un reality show: Ya no soy terrorista. Tras varias semanas de convivencia con Pío Moa y Jon Juaristi, la audiencia de Intereconomía decidirá quiénes reciben el carné de arrepentido.