martes, 2 de agosto de 2011

Mar de fondo II


De niño veraneaba todos los años con mi tía y mis primas en Cuchía, cerca de Torrelavega. Había, sobre todo, dos playas: una poblada, pero curiosa, con restos de un faro, un rompeolas y vías de tren que se hundían en el agua; otra, la de los Caballos, de difícil acceso, casi siempre vacía y generosa en aventuras.

Este poeta se estrenó, pues, hablando del mar, desde la perspectiva del niño que recorre la playa y va viendo en los restos que dejan las olas las huellas de una batalla celebrada allí hace un siglo. De los poemas de entonces, que he tenido que ir abandonando, el que dice así es uno de los que más me costó descartar:

Mar, propietario sin alas,
¿de qué herida brotan tus ondas?
El sol herido en ti siembra memoria;
su huella imprime sal en cada gota.

Mar santo, en ti diluyes la conciencia.
Tu sangre es automática y sagrada.
La espuma quiebra esferas de relojes,
agujas imantadas en la arena.

Tu paso iguala todo y lo preserva.
Durmiendo sueñas cuanto antaño fuera.

[La hechicera me sacó de mi ventana.
Me llevó por la marisma hasta la arena.
Tendió los naipes negros sobre el agua,
y el agua quedó quieta, y dentro de ella,
la luna fría y dura como piedra.]

¿Qué ha de nacer del mar sino el recuerdo?
El mar tiñe la pena de leyenda,
de esponja con los labios de sirena.

No hay tanto que esperar, amigos pares.
El sol es una llaga que se quema.
Las vasos rotos llaman la galerna.

Morid dentro del mar, nadie lo siente.
Llorad dentro del mar, nadie lo nota.

1 comentario:

Gharghi dijo...

"Morid dentro del mar, nadie lo siente.
Llorad dentro del mar, nadie lo nota."

Hace tiempo que no leo pareado mas hermoso y cierto. Perfecto colofón para un gran poema.