viernes, 4 de febrero de 2011

Cegatos y picajosos


Vigalondo: regresa el delito de blasfemia. Con excomunión y todo. La vacilación del autor del artículo de El País da fe del problema: en el primer párrafo se dice que Vigalondo hizo unos comentarios sobre el Holocausto. Todo el mundo entiende que hacer un comentario sobre tal o cual cosa es dar tu opinión sobre ella. Sin embargo, en el tercer párrafo la misma acción aparece expresada de manera bien diferente: Nacho Vigalondo bromeó en Twitter sobre el Holocausto. Bromear significa decir algo que no debe tomarse en serio, y que en modo alguno debe confundirse con lo que tú realmente piensas sobre el tema. Que los enemigos de EP quieran presentar lo uno como lo otro se entiende; que EP ceda y juegue a leer, también él, erradamente, da grima.

El mal es terrible, pero también ridículo. Sin humor sobre el Holocausto, éste habría sido aún peor. Los que lo sufrieron en persona fueron los primeros que se refugiaron en el humor cuando se sintieron capaces, del mismo modo que Carlos Giménez dibuja sobre las instituciones franquistas en las que se hacinaba a los niños tiras que son a la vez cómicas y trágicas, y Chaplin ridiculizó a Hitler adoptando su figura en El gran dictador. Esta enésima chapuza me recuerda la que se montó a propósito de aquella canción del que a mí me gusta lo blanco, muera lo negro. Parece que cada vez leemos peor; peor aún, aceptamos el criterio de los que leen mal como el único relevante, como cuando en mi Departamento borramos de la lista de lecturas libros interesantes porque no tienen bastantes dibujitos o 'pesan' más de cien páginas, dando por buenos los prejuicios de nuestros alumnos más vagos en vez de luchar por desasnarlos.

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Del mismo periódico, poco tiempo antes:

El humor israelí es bastante salvaje. Programas televisivos como El quinteto de cámara (1993-1997) o actualmente Qué país maravilloso han abordado con un sarcasmo sin límites temas tan terribles como el Holocausto o el bombardeo sobre Gaza en el invierno de 2009.

El quinteto de cámara hizo un sketch en el que se ironizaba sobre la abusiva utilización del Holocausto por parte de Israel. Dos atletas israelíes que participaban en una carrera en Alemania exigían salir con varios metros de ventaja sobre los demás competidores. Cuando el árbitro, estupefacto, se negaba, los israelíes invocaban el Holocausto y la película La lista de Schindler y acusaban a la organización de antisemitismo. Al final, evidentemente, conseguían la ventaja.

También fue polémico un sketch del mismo programa en el que un grupo de judíos de Varsovia organizaba una fiesta que concluía en las cámaras de gas de Dachau, con el exterminio de los participantes.

Lo más brutal emitido dentro de Qué país maravilloso fue un sketch durante el bombardeo de Gaza. En un momento absolutamente crítico, en el que las víctimas palestinas del bombardeo se contaban por centenares, los guionistas decidieron iniciar su sátira con una retransmisión de la guerra al estilo de un programa deportivo, en el que cada muerto palestino se celebraba como un gol. Acto seguido, la cosa derivaba hacia una parodia del festival de Eurovisión en el que cada país europeo votaba el número de muertos palestinos que le parecía permisible. Italia "autorizaba" hasta 800 muertos. Luego votaba Alemania, que subía hasta 6.000 muertos, con gran alborozo del público israelí. Entretanto, se intercalaban otras imitaciones: un líder de Hamás mostraba una guardería en la que criaba niños para utilizarlos como escudos humanos, y el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, justificaba el bombardeo de un parvulario palestino por el hecho de que en el tejado no estaba escrito en hebreo que se trataba de una escuela.

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Actualizo: la defensora del lector de El País hace equilibrios varios: reconoce que todo el 'caso' Vigalondo se basa en una lectura errónea, quizá interesadamente errónea, de su comentario en Twitter; pero al final condena de todas formas al cineasta (y apoya la decisión de los que la mantienen en el cargo) por haber ofendido a parte de los compradores (¿y anunciantes? ¿y propietarios?) de EP. Los que leen mal, pues, se salen con la suya. Para variar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leer, y escribir, bien estaba sobrevalorado, ahora lo q vale es... no pensar, no leer, obedecer a la doctrina cambiante de la tele.

Gharghi.