sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Eya oh!


He temido estos días nuevas muertes, nuevas pérdidas. Parece que el destino ha comprendido que tengo el depósito lleno: gracias. No se me ocurre mejor homenaje para los resistentes que estos versos de Valorio 42 veces, del maestro Agustín, que ojalá siga con nosotros mucho tiempo —tanto que, como los besos de Catulo, nadie acierte a contarlo.

¡Eya oh!
Para danzar en las eras, hermana,
no esperes a la fiesta,
¡eya!
ni las lágrimas que para mí guardes
las guardes hasta que me muera.
¡Ópopoy ea!

Nada quieren decir los amores,
música sin letra.
Pero ay del amor de recluta
que del cuartel merdoso solicita
permisos y licencia.
Pero ay del amor que en la fábrica
día tras día
se va ganando
y para el Sábado se reserva.
Lo que tiene su fecha roja
en la hoja del calendario
tiene su precio en el mercado, tiene
en la banca su cuenta.

¡Eya! Oh!
Para danzar en las eras, hermana,
no esperes a la fiesta,
¡eya!
ni las lágrimas que para mí guardes
las guardes hasta que me muera.
¡Ópopoy ea!

Que no puede en el mundo haber blanca
mientras haya negra.
Mírala la riqueza, amasada
con sangre de los pobres, ella misma
preñada de pobreza.
Mírala la moneda de oro, que
lleva en su centro
el agujero
que taladró la miseria en ella.
Que la noche de día duerme
y en la noche vigila el día,
y lo que sueñen los obreros sólo
es trabajo a la inversa.

¡Eya oh!
Para danzar en las eras, hermana,
no esperes a la fiesta,
¡eya!
ni las lágrimas que para mí guardes
las guardes hasta que me muera.
¡Ópopoy ea!

Y si el tiempo es el rey de la vida,
muera el rey y muera.
Oh que sí, que si sale a destiempo
la primavera por el túnel, puede
que sea primavera.
Oh que sí, que si llueven tus lágrimas
cuando tus ojos
estén más verdes,
las beberé como agüita buena.
Que los días se comen unos
a los otros, y a fin de cuentas
los otros son los unos. Y por eso,
vida mía, mi prenda,

¡eya!
para danzar en la era florida
no esperes a la fiesta
ni las lágrimas que para mí guardes
las guardes hasta que me muera.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Carta helada


Carta blanca, sí, a algunas ocurrencias más, de las que le viven a uno de noche. Como siempre, tiro de Twitter, aunque algunas mutan, creo que para bien, al quitarles la camisa de fuerza de los nosecuantos caracteres.

I

Los fines no son lo mío. Ni lo nuestro, creo. Lo humano es andar por ahí en medio, y tirar por la calle del ídem. No persigo fines / porque son ruines, cantaba el maestro Antonio.

II

Hagas lo que hagas, no exhibas las llagas.

III

El argumento de los etarras es el de todos los maltratadores: la maté, pero fue por amor (a la patria). La maté porque era mía pero te votaba a ti. La muy guarra.

IV

Reloj, no marques las horas —no vayan a cogerte el teléfono y la tenemos.

V

...y de todo tendrás que desprenderte. —Comprendo. Como el globo que suelta lastre. —No, no comprendes. Como la hoja que cae del árbol.

VI

No conozco a nadie a quien le guste tanto soñar, y tan poco ir a dormirse.

VII

La tilde que cae sobre las esdrújulas no las ensalza: las fulmina.

VIII

Mi aliteración favorita: la de las haches. Haberlas, haylas.

IX

Poesía: un incordio muy bien hecho. La piedra perfecta en el zapato. Llámalo perla.

X

Decirle al reloj que trae las tantas lo que al tipo que lanza un farol: Las veo.

XI

Lo que es mentira paga el precio de serlo con tal de ser. Establecido el sujeto, el tema, lo demás es predicado. Aderezo.

XII

—Te lo comes y punto. —Punto y coma. / El niño conceptista, todo retruécanos y repámpanos.

XIII

La mancha de la mora la almendra la desea.

XIV

Como la generación de las hojas, así la de los nombres. La savia no tiene ninguno.

XV

La tele es ya cosa de niños y viejos. La España adulta ha dejado de ser catódica.

XVI

La vida es un concurso sin notario.

XVII

Carlo Frabetti: El hábito no hace al monje —pero oculta sus erecciones.

XVIII

La sabiduría del demonólogo siempre es sospechosa. Aunque se siente en la mesa con los demás monjes, los dedos le cantan a azufre.

XIX

¿Cuándo serás digna de tu millón de trotskistas?, preguntaba Allen Ginsgberg a América. ¿Cuándo merecerá España su millón de indignados?

XX

La CEOE, crecida en nuestra adversidad como un forúnculo en la falta de asepsia.

XXI

Digas lo que digas, recoge las migas. A menudo, por no decir siempre, los lapsus (las migas de lo dicho) son la parte más interesante del discurso. También se habla entre líneas.

XXII

El miedo a la psicodelia es miedo a que la psique se manifieste (délomai): miedo a saber qué hay en ti que no es obvio pero está y actúa.

XXIII

Una niña del cole: Santa Claus, santa Claus, / dulce desgraciao, / nos traes los juguetes / del año pasao.

XXIV

El primer unfollow: Cancel my subscription to the Resurrection (Jim Morrison, When The Music's Over).


martes, 20 de diciembre de 2011

Vals de los baños


El pan de hoy, la salsa de tan lejos
como pueda llegar el pensamiento.

Alimento estos días con una mixtura musical bastante extraña: rock progresivo japonés, las Gymnopedies y Gnossiennes de Satie ajazzadas por Jacques Louissier y algún villancico heterodoxo de Javier Bergia. De entre todo eso brota de repente, a la hora del baño, esta especie de danza arcaica en modo menor (eolio, quizá), interpretada por el solista de shakuhachi (una flauta japonesa) de la Orquestina Virtual.

sábado, 17 de diciembre de 2011

En el cielo de la roca


Cosecha de hoy: un pequeño vals en modo lidio (que, tras cierta peripecia, se resuelve en el modo mayor convencional).


martes, 13 de diciembre de 2011

Otoño recién afeitado


Como se acerca el invierno, hago acopio de provisiones: aquí van las ocurrencias tuiteras de las últimas semanas.


¿Agonizando? Si cree Vd. que su muerte es prematura, pulse 1 y desespere; si desea elegir entre nuestro menú de famous last words, pulse 2.

*

En un examen. Alumno con dudas: Yo es que no soy mucho de leer enunciados.

*

Salomón ahumado (sic) en el número 10 de Ophelia: teatro y poesía.

*

Dice mi niño que le gustan los brillancicos. Linda sinestesia.

*

Lírica arañuela: El primer novio que tuve / lo puse en un plato fino / y se lo comió mi gato / pensando que era tocino.

*

Estética elemental: lo que de verdad es bello se parece más, por intenso, a lo doloroso que a lo sencillamente agradable.

*

(Sobre un pie de Alejandro Jodorowsky)
Monumento Pánico: un libro impreso en hojas de afeitar.

*

Estética (II). La técnica simbolista: escribir entre líneas. Ese intertexto, nunca cerrado, es la verdadera obra de arte.

*

El lema de Jung, Vocatus atque non vocatus deus aderit, es cierto en la medida que es circular: Dios llamaba el maestro a lo que se presenta sin aviso y te trastoca. Pero eso, sin duda lo esencial, es anterior y externo al nombre que eligas pegarle.

*

Trayectoria ejemplar: un papel que lleva el viento.

*

Jodorowsky: Si subes a lo más alto de los sueños, encuentras al que te está soñando.

*

Si tu ojo te ofende, sus motivos tendrá. Investiga.

*

En el reino de los ciegos, solo el tuerto es picajoso.

*

Leyendo el Quijote: señores que vomitan sobre señores que, al verse vomitados, vomitan a su vez sobre el vomitador. Políptoton con tropezones.

*

El Quijote: vómitos, mierdas y perros manteados por Carnestolendas. Y de El Buscón ni hablamos. Todo nuestro Barroco es un mar de gapos.

*

Creeremos en el Señor de los Ejércitos cuando consiga controlarlos. De momento, andan todos desmandados y a la greña.

*

Ya lo decía Tzara: pase lo que pase, no nos pongamos históricos.

*

Pensando en el frío que pasaron los románticos. Por estas fechas señaladas, me gustaría regalarles algo. Aire asado. Aliento de dragón.

*

En Spotify: cancionacas para partir corazones de piedra; canciones artúricas; cuentos de hadas; miniaturas (canciones por debajo de un minuto y medio).

*

Mi niño, al oído: —¿Sabes dónde está el infinito, papá? En el espacio exterior. Es el planeta más lejano que hay. Y tiene color. (Duda un momento.) Yo creo que es de color blanco.

*

Hay algo satisfactorio en solfear mientras llueve. Es como bendecir lo que se acerca.

*

Mi cuento ultrabreve favorito, de Ric-per-mar: Temíamos al dragón, sobre todo, por sus lágrimas.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Charcos de otoño


Vuelvo sobre los valses fríos, aunque esta vez el timbre afilado del violín y la sonoridad recurrente del acorde menor de sexta deja la cosa a medio camino entre la miel más o menos balsámica y el ruido de una tiza en la pizarra. Los acordes, siempre los mismos, se pueden tocar en una guitarra con las cuerdas al aire; para compensar, la melodía atraviesa diversos modos, sin dejarse enredar del todo por ninguno.


martes, 6 de diciembre de 2011

Paisajes


Inevitablemente, nos desplazamos. Cambia así nuestra visión: no tanto porque veamos distintas las cosas, sino porque vemos cosas distintas. En cada punto, hay lo que hay, tiende a preocuparnos los que de hecho nos ocupa —y es sano ajustarse a eso; no me lo parece tanto confundir lo invisible con lo que no hay, declararlo error o engaño. (Y quien dice no ver, dice verlo diminuto, demediado, y asombrarse de que haya podido tener alguna importancia, o la retenga.) Lo que aquí y ahora no vemos, otros (quizá nos-otros mismos, en otro momento) lo vieron, ven o verán. Nunca sabremos su importancia hasta que se decida a reclamarla.

El lema de Jung, Vocatus atque non vocatus deus aderit («Llamado o no, dios se presentará»), es cierto en la medida en que es circular: 'Dios' es en este sentido lo que se presenta sin aviso y te trastoca. Es decir, aquello que rompe tu idea de lo que puede ser o es y te religa (de ahí, religión) con lo imprevisto y desconocido.

Pero a eso mismo lo llamaba Lennon la vida: what happens to you while you're busy making other plans; otros, amor, en sentido tan amplio como sea posible: lo que conecta a las cosas y las personas, generando eso que llamamos 'sentido'. Aquel, en fin, 'placer', cuando constataba que ese señor no cena nunca en casa.

¿Quién no se ha sentido alguna vez desconectado de lo que hay, de los otros, de uno mismo? Pero, al igual que nada ni nadie está a salvo, tampoco está (de verdad) al margen. Sentirse así nos asemeja de hecho (nos acerca, aunque no lo parezca) a otros. Lo llamamos hermandad, pero queremos decir manada, calor animal. Nuestra única salvación contra el frío.

Y no es verdad, dolor, yo te conozco:
tú eres nostalgia de la vida buena.


viernes, 2 de diciembre de 2011

Yo contra el punk

Yo contra el punk no tengo nada. A lo largo de toda de su historia, seguramente haya aportado cinco o seis canciones interesantes. Más de la mitad, escritas por Glen Matlock, el bajista de los Pistols, admirador de los Kinks, los Who, los Faces... El resto, por Joe Strummer, de los Clash, hippie de conversión tardía y reversible. En resumidas cuentas, el punk es como el modernismo: solo fueron 100% punks los mantas incapaces de otra cosa. Villaespesas con cresta.


miércoles, 30 de noviembre de 2011

El varón demediado


Parafraseando con intención a Italo Calvino, planteo un tema nada polémico. Leo que Google pagará el cambio de sexo de sus empleados. Y me hago un par de preguntas. Primera: si vivimos en una sociedad aún muy machista, en la que ser varón da ventajas en muchos aspectos, ¿por qué el cambio de sexo se produce prácticamente siempre en la dirección 'varón quiere ser hembra'? Segunda: si se aduce para ello una cuestión práctica (es más sencillo eliminar el pene y dejar en su lugar una vagina que lo contrario), ¿no flota de fondo la vieja ecuación que hace del hombre un ser, si no más perfecto, sí más complejo o dotado, y de la mujer un término más sencillo (de modo que hombre - pene = mujer)? Lo que queda muy cerca de la idea freudiana de la mujer castrada. (Pero, en cambio, los hechos no parece que apoyen su hipótesis de la envidia de pene: lejos de quererlo quien no lo tiene, algunos de los que lo tienen lo sienten como un incordio del que desean deshacerse.)

sábado, 26 de noviembre de 2011

Christmas Seed

Ya lo he confesado alguna vez: las clases de solfeo, que para mucha gente son un tormento, o al menos una pesadez, a mí me inspiran. Sale uno con los compases nuevos que ha ido descubriendo (hoy, un 2/2), y a poco que te descuides, el repaso se convierte en ocurrencia. Esta que les traigo va, en efecto, en 2/2 y fluye en si menor a la manera clásica, que no modal, con abundancia de notas sensibles y cadencias de dominante. Solo los timbres son modernos: melotrón y piano eléctrico. Componer algo así es en realidad hacer variaciones sobre un tema que es a la vez omnipresente e invisible. Me pregunto (y no alcanzo a responder) si a pesar de eso se sentirá en la música eso que llamamos estilo de cada uno, o si la pieza podría pasar por una composición de siglos atrás. Vds., si quieren, dirán.




Actualizo. Así suena la pieza con algunas ideas del maestro Aníbal y otros ajustes varios, ahora para flauta y clave.


domingo, 20 de noviembre de 2011

La sazón del olvido


Una gymnopedie para aliviar días que, como este, no se prometen muy alegres. Danzan un vals el harpa y la flauta travesera.



*

Nueva versión habemus, para melotrón y piano electrónico:




*

Y entonces, sin más protocolo, llegó la letra:

Toda la noche soñé
con arañar tu papel;
entre sombras te quise cortar
una flor como haría Tristán
a Iseo.

Muerde la mano de miel.
Piensa que es justo tener
tantos nombres que puedas dudar
si la Muerte sabrá descifrarlos
todos.

Sueña la liebre fugaz,
vuela incapaz de llegar
donde tú con tu caparazón
vas rodando, incapaz de frenar
el tiempo.

Salvapantallas azul
tiñe mi espera de blues
mientras pienso si al fin llegarás
y saldremos por fin a buscarnos
juntos.

viernes, 18 de noviembre de 2011

domingo, 13 de noviembre de 2011

Coplas del 20-N

...y ahora que por fin manda el PP...
(Rafael Herrera)

En el verso que llaman mayor por su arte,
medieval según dicen, pero aún practicable,
te querría contar lo que pienso. Me abate
la inminente derrota de las huestes sociales,
que por más que a su nombre nunca hicieran bastante
honra, son lo que queda donde pueda agarrarse
en su ruta al abismo el sufrido votante
que no está muy seguro de que privatizándose
vayan a ir a mejor los que hoy, estatales,
mal que bien nos proveen de salud (hospitales),
enseñanza (colegios) y otros bienes atales.
Ayer conservadores, hoy ultraliberales,
las derechas voraces con sus vicios contables
provocaron la crisis que ahora dicen salvable
recortando derechos y añadiendo caudales
a los ya procelosos bancos irreprochables
y al agudo inversor que en andar por el cable
adquirió, virtuoso, un poder tan notable
como falto de rostro —que si cae por el aire
allá va del Estado nuestro erario a salvarle;
mas si medra, no hay cuenta que nos toque un adarme
de las mágicas sumas que convoca su arte.
Dicha la misa, fecho el desastre,
barren la mesa con garbo notable
y se agencian las migas cual gestores del hambre:
más con menos, nos dicen, fácil es de lograrse
con que vuelva el poder donde debe quedarse
y renuncie el obrero a buscar sindicales
garantías: ¿acaso trabajar no es bastante?
¿A qué andar exigiendo posiciones estables
si el mercado es mercurio, solo en sustos constante?
Eso dicen, expertos en ambiguas verdades
que ellos mismos las hacen y las venden a pares,
ora hundiendo el Estado, ora yendo a ganarle
democráticamente para despedazarle,
sus mejores porciones regalando de balde
al poder que financia su despliegue notable
de emisoras, periódicos y otros medios radiales
con que forman las masas que de vuelta han de auparles
a las altas poltronas, dizque presidenciales.
No es mi voto, por cierto, mercancía estimable
en negocio tan pingüe; más bien, sé que si sale
nulo, blanco o rosado, o si en doy en negarles
la alegría siquiera de emitirlo, les vale
todo igual: es tan cierta la victoria espantable
que Estadística y Dios les prometen, que saben
que han ganado y nos dictan por doquier jaque mate:
suya es Grecia y es suya la pantalla en que salen
dibujados los versos que quisieran borrarles.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Verso libre


Leyendo a Tomás Segovia, un libro de ensayos, para mí nuevo: Recobrar el sentido. Lo abro por una conferencia que dio sobre el verso a una comunidad de versadores, gentes que improvisan décimas y otros géneros populares. Segovia tiene la cualidad de ver las cosas desde una perspectiva simple, en cierto modo, pero nada trillada. Observa, por ejemplo, que la música que llamamos rítmica, como la caribeña, es la menos obediente al compás: está llena de síncopas. Es así —por eso el verso libre lo inventaron los simbolistas franceses, obsesionados con la música del verso. Solo un batería experto puede tocar sin acentuar ni una vez los tiempos fuertes y variando sin aviso de compás —sin que por eso deje lo que toca de sonar, incluso como acompañamiento convincente de una canción. Juan Ramón Jiménez o Luis Cernuda son, entre nosotros, ese tipo de músicos verbales (poetas) que optan por un ritmo sutil, la música callada. Pero, salvo en su caso, qué pocas veces suena el 'verso libre' a otra cosa que a un abuso de la inercia y la tipografía.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Adiós, Tomás Segovia


Otro que se nos va, esta vez, supongo, del mal de la próspera, como él lo llamaba. Sólo vi un par de veces al poeta, que resultaba fácilmente accesible: se sentaba a trabajar en el Café Comercial de Madrid armado de bolígrafo y paciencia y no se enfadaba demasiado si uno acudía a interrumpir su tarea con dudas sobre métrica u otras materias sacras. Supimos así que era también músico, aficionado pero competente (flautista mozartiano, si no mal recuerdo), y que de su paso por Breton y otros suprarracionales había salido vacunado contra la asociación de la poesía con la magia ('cuando oigo las dos palabras juntas', nos decía, 'recuerdo a aquel jerarca nazi que al oír la palabra Cultura le quitaba el seguro a su pistola'). Tan libre era el curso de la conversación que recuerdo también su opinión sobre el terrorismo de Estado ('esas cosas se hacen, en un momento dado, si no se queda otra opción; pero resulta totalmente aberrante darles una cobertura legal'). Discutimos también sobre las vocales breves y largas, pero confieso que ya he olvidado su solución al problema (cómo puede producirse dos veces lo mismo, sin pausa gramatical que valga, y percibirse como dos y no como uno) —recuerdo, apenas, que la solución del maestro Agustín, que le aportamos por si acaso (considerar esas vocales bímoras, estableciendo por tanto un límite y una pausa entre lo uno y lo mismo), no le convencía.

Como Sánchez Ferlosio o el tite Antonio, Tomás Segovia era un hervidero continuo de ideas, que brotaban sin esfuerzo, pero delataban muchas horas de cábalas y cavilaciones. También como ellos, sospecho que deja muchas de ellas por concretar —pero con las que contiene su obra publicada hay para celebrar y ahondar durante mucho tiempo. Si no harto consuelo, alguno, al menos, nos deja tan feliz memoria.

*

Un homenaje (y su legendario soneto de rima en -oño) en el blog de la Biblioteca.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Gerontocracia


Señala Luis Barbero que, gane quien gane las próximas elecciones, ya ha ganado la opción conservadora de ambos partidos por un candidato muy viajado, a quien resulta difícil pillar en renuncio. Aún estamos lejos de la gerontocracia soviética, pero todo se andará. Adiós, eso sí, a los Panteras Grises, que se quedan sin señas de identidad: lo viejo se integra en la opción estándar. El lema del día podría ser el de Gandalf: A las raíces profundas no llega la escarcha; / el viejo vigoroso no se marchita. En el fondo, es un regreso al modelo arquetípico del consejo de ancianos (de senex, «anciano», viene senado). Cuando un pueblo se siente aventurero, le salen gobernantes young and able, como mi tocayo el Magno o el Obama al que votó la gente (quizá no el que está gobernando). En horas de desconcierto, se prefiere lo malo conocido a lo bueno por descubrir. Como darle la vuelta a un jersey ya gastado, esperando en vano jubilar la pelusa: tras los liberales, los conservadores, y así hasta el bostezo. Lo canta David Gilmour: Thinking that we're gettting older and wiser, / when we're just getting old.


lunes, 31 de octubre de 2011

Las cruzadas de Rick Wakeman


Que Rick Wakeman, el famoso teclista de Yes, no es ningún tonto ya lo sabíamos todos; pero yo, al menos, no conocía su sentido del humor. Como me ha hecho gracia esta columna suya, que aparece en el último número de la revista Classic Rock Presents Prog, me animo a traducirla:

LAS CRUZADAS CON CAPA DE RICK WAKEMAN

Hoy: cuando te reúnes con tus fans, quizá sea mejor mantener tu parte trasera bajo control.

Hace ya algunos años que me di cuenta de que tengo ciertos poderes que otros no tienen la suerte de tener. Sobre todo, he sido bendecido, según parece, con la habilidad de leer la mente de otras personas. Este don se ha puesto de manifiesto muchas veces en el pasado, pero he decidido compartir con vosotros un incidente en particular.

Justo el mes pasado, después de un concierto que di cerca de Nottingham, un hombre y su mujer, ambos en la mitad de la treintena, junto a su hija adolescente, se acercaron a la mesa donde yo estaba sentado firmando autógrafos, para preguntarme si me importaría firmarles un CD mío que habían comprado en la tienda Oxfam de su localidad ese mismo día, algunas horas antes.

Comencé a firmar mientras el hombre seguía contándome que la etiqueta del CD marcaba 50 peniques, pero que les dio un libra, como si fuera para obras de caridad. Entonces mis poderes psíquicos se activaron.

Miré a su hija y al instante leí su mente. Decía: «¿Por qué he venido a este concierto? Me arrastraron acá. Me he aburrido todo el rato y me aburro ahora mismo. Quiero irme a casa de una vez.»

En cualquier caso, la miré de arriba a abajo y supe en ese momento que ella no compartía mi talento para leer la mente. Si lo tuviera, me habría dado un golpe o me habría soltado algo como: «¡Viejos rockeros de mierda, sois todos unos pervertidos! Deberíais avergonzaros de vosotros mismos.»

Entonces, el padre me dijo que le gustaría hacerse una foto conmigo con su teléfono móvil. Su esposa no conseguía hacerlo funcionar y me encontré leyendo su mente, la cual, sorprendentemente, contradecía por completo las palabras que realmente salieron de su boca, que fueron: «No te preocupes, cariño. Hannah lo hará». Se refería a su hija. Pero lo más interesante es que en su mente se leía: «¿Por qué me casé con esta vieja vaca inútil? Llevamos ya tanto tiempo casados que me estoy quedando sin mujeres en las que pensar mientras follamos».

Me encontraba en este punto crucial cuando me tiré un pedo. Los tres me miraron, dudando a quién de nosotros se debía esta aportación más bien hostil al ambiente.

Decidí leer sus mentes. El padre echó una mirada a su mujer y su mente decía: «Dios mío. Encima de todo, va y se tira un cuesco.» La madre echó una mirada a su marido y su mente decía simplemente: «Sí. Este es uno de los suyos». La hija me miró y leí su mente: «Asqueroso pervertido, gordo y pedorro. ¡Das asco!»

«¿Te ha gustado el concierto?», le pregunté. «Sí, gracias».

La familia se alejó de la mesa. «Creo que se ha tirado un pedo», le dijo Hannah a su padre mientras se dirigían a la puerta.

«Ha sido tu madre», le oí responder.

domingo, 30 de octubre de 2011

James Hillman boga por el Aqueronte


Se nos ha muerto, esta semana, James Hillman, un autor que poco a poco se va publicando en España, gracias a editoriales como Siruela y Sexto Piso, pero del que aún queda mucho por desplegar. Hillman fue a Jung lo que Jung a Freud: el más atento y heterodoxo de los discípulos. Su discrepancia fundamental consistió en deducir, del politeísmo que el propio Jung había abrazado, una psicología igualmente rica en puntos de vista, en la que el Yo es un arquetipo poderoso (el del héroe), pero no el único ni el principal. Así, los sueños no están a su servicio: no nos dicen qué hacer cuando despertemos, sino dónde estamos, en qué casilla del sueño. Hillman también es único en su lectura del psicoanálisis, que en cierto modo deshace la tarea de Freud (pero no hay Dios ni hay Ley que a contradanza / no se puedan bailar, advirtió el poeta): si el Vienés psicologizó los mitos, comenzando por el de Edipo, Hillman argumenta de forma convincente que solo pudo hacerlo mitificando la psicología. Así, él mismo acabó siendo el protagonista de una historia edípica, con sus hijos espirituales (Adler, Jung) hundiendo en él lo mismo raíces que puñales.

Hillman planteó también lo que casi nadie se atreve a decir: llevamos un siglo de terapia y el mundo no parece haber mejorado nada. Más bien todo lo contrario. La causa, aventura, es el enfoque subjetivo, egoico, del análisis: si alguien llega a la consulta del psicólogo desalentado, confuso o colérico, la persona que lo trata tiende a plantear toda esa riqueza sentimental como una pertenencia (y un problema) de quien la demuestra, cuando en realidad se está manifestando en ella la vida de toda la comunidad, y de eso que solemos llamar entorno o naturaleza. Para superar ese enfoque que culpa al conductor estresado de su estrés sin tener en cuenta el atasco ni la vegetación sofocada por el asfalto, Hillman propuso una recuperación del análisis marxista (no se puede curar de nada al obrero sin modificar el sistema de producción) y de la noción del Anima mundi: si el mundo no mejora es porque él mismo está enfermo, esperando que alguien cure sus múltiples llagas.

Pródigo en pensamientos (que no frases) memorables, Hillman nos dijo entre otras cosas que el libro que se guarda en el cajón de todas las habitaciones de hotel de EE.UU. está equivocado: es una Biblia; debería ser la Odisea.

lunes, 24 de octubre de 2011

Heart of Gold


...and I'm getting old.


Mi corazón no es oro, sino carne
salada que atesora lo que es bueno
y envía su resumen por doquier.
No he muerto, y sin embargo para algunos,
guardando en mi regazo multitudes,
apenas soy quien soy.

sábado, 22 de octubre de 2011

viernes, 21 de octubre de 2011

Cristo (como Edipo) Rey


Hay un problema con Cristo. La animadversión más o menos comprensible que se le pueda tener («¡aplastad al Infame!») por los crímenes cometidos en su nombre, desde una postura atea, anticlerical o pagana, choca con la humillación total del personaje. Nada le podría desear uno a Cristo peor que lo que, según su cuento, le pasó. Murió, sí, aplastado, burlado, convertido en una parodia sangrienta de las esperanzas que se habían depositado en él. Su Resurrección tiene, inevitablemente, el valor simbólico del retorno de lo reprimido y vilipendiado, la reivindicación (necesaria, pero apenas creíble) de todo lo que mereció mejor suerte. Nos pagarán con oro por nuestras penas. / Seremos la merienda de los gorriones.

domingo, 16 de octubre de 2011

Toma y daca (leixa-prén)


Salen a la calle mis lindos amores
a maldecir alto contra sus señores
y ay Dios qué bien parecen.

Salen a la calle mis lindos hermanos
a maldecir alto contra sus tiranos
y ay Dios qué bien parecen.

A maldecir alto contra sus señores:
medios demediados, tribunos traidores
y ay Dios qué bien parecen.

A maldecir alto contra sus tiranos:
banqueros sin blanca, clérigos marranos
y ay Dios qué bien parecen.

Medios demediados, tribunos traidores
y expertos en turbios denominadores
y ay Dios qué bien parecen.

Banqueros sin blanca, clérigos marranos
cortos en alcance y largos de manos
y ay Dios qué bien parecen.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Vals de entretiempo

El regalo de esta tarde: una canción sin palabras (ni imágenes).


Ciento Volando - Vals de entretiempo (redux1)









*

Llegaron las palabras:

Flora de azar,
jara y sedal,
vals de entretiempo.
Luna de sal,
funde el cristal
bajo tu aliento.

Puedo enredarme,
tratar de aliviarte,
soñar tu crepúsculo impar.
Puedo soltarte,
dejarte sin arte,
volver donde nada es verdad.

Carpa de mar,
nervios de sal,
circo de invierno.
Risa fugaz,
vuela y se va,
novia del viento.

Puedo nombrarte,
tratar de escucharte, olvi-
dar que no sé dónde estás.
Puedo esquivarte,
dejar de esperarte,
rezar que no existes ya más;
cerrar nuestra puerta de atrás.

*

Pero la pieza, ay, siguió mutando (y mutando)...


Ciento Volando - Waltz de entretiempo (redux)









lunes, 10 de octubre de 2011

Valse romantique


El regalo de esta tarde: un mínimo, pero resuelto, vals en sol mayor, para flauta, piano y cello. Romántico por la secuencia de acordes del comienzo, que está tomada tal cual de Schubert: sol-si-sol-re / sol-la-re-fa#.

lunes, 3 de octubre de 2011

Dos piezas beatlémanas


Los Beatles han escuchado mucho a Ciento Volando, dijo una vez mi amigo Francis. Nunca más evidente que en estas dos piezas instrumentales: la primera una canción pop modal, una suerte de preludio a Ticket to Ride, cuya letra nunca prosperó; y la segunda una jiga bastante extraña que me he encontrado tocando anoche en un sueño, en modo mixolidio y con timbres y acentos de la música hindú (o de los Beatles haciendo algo parecido a la música hindú) y medieval. Con ésta van dos composiciones (la otra fue A muerte) importadas del reino de la noche: no son unicornios ni dinosaurios, pero como pruebas de la verdad onírica no están nada mal.





domingo, 2 de octubre de 2011

Rosa del amor probable


Del amor cobarde, decía la canción original; pero si he vuelto sobre ella es, precisamente, para atreverme a darle fin —después de años sufriendo, en cualquier momento en que hallaba vía libre, sus insinuaciones. El mayor obstáculo era la letra, que comenzaba como un oración sui generis: Rosa del amor cobarde, / nunca retorne tu mal... Renunciando a las palabras, he podido tirar del hilo puramente musical hasta donde daba de sí; que ha resultado no ser poco.

Dicen que a los músicos españoles siempre se nos acaban notando las raíces. En este caso no hay que escarbar mucho: el diálogo de la flauta y el oboe casi al final de la canción es un paseo por el modo frigio, entraña de nuestra música popular: no exactamente flamenco, sino del solar donde el flamenco, entre otras músicas, pudo nacer. Bajo los vientos, fluyen en 6/8 un harpa y un cello, habituales ya de la Orquesta Encantada.



Y al melotrónico modo:


sábado, 1 de octubre de 2011

Piel de rinoceronte


Para Nacho Goberna, cuyas canciones resuenan hoy en ésta.

Doce vidas muertas
se amontonan en mi puerta
y me impiden que abandone el lugar
que me fue asignado,
pues vivo en un bosque, atado
por instintos que no puedo explicar.

Y aunque no he perdido
el noble arte de la caza
que me mantiene con vida
estando abierta la herida,
ya no soy el mismo
ni recuerdo casi nada
desde que un otoño
me robó a mi amada.

Doce sueños duermen
al compás de aquella nana
que olvidamos tantos años atrás
y entre las cenizas
de la chimenea apagada
me acecha el nombre de un viejo lugar.

Cojo mi escopeta
que dispara caramelos,
mi catálogo del monte,
mi piel de rinoceronte
y este viejo loco
que acompaña mi camino
vaga por el bosque
sin ningún destino.

Ella me despierta
y no ha llamado a la puerta
y mi amigo el bicho bola se va.
A veces me cuesta
decidir si sigue muerta,
las bayetas bailan solas un vals.

Dejo a mis espaldas
la casita de la luna
donde el tiempo se detiene,
donde juego con los trenes
y salgo buscando
los cachitos que me faltan,
la luna se acuesta
y el sol se levanta.


Ciento Volando - Piel de rinoceronte








miércoles, 28 de septiembre de 2011

Dulce sombra


Dulce sombra, mi amor de verdad,
dime dónde te pueda encontrar
cuando al cabo me lave la niebla la boca.

Dulce sombra, mi amigo mejor,
mi termómetro dulce, mi adiós,
con los brazos en corro y en torno del alba

sin remedio
ni perdón
desharemos
mi canción.






lunes, 26 de septiembre de 2011

Valorio (trío)



'Harás una fuga, Alejandro', me decía Antonio, con su optimismo incombustible. No ha llegado esa hora (ni sé si llegará); pero gracias a mi maestro de guitarra, Aníbal, me voy enfrentando a las delicias y angustias del contrapunto, primero a dos voces, y ahora, en esta pieza que les traigo, ya a tres.

No todas las voces tienen la misma 'naturalidad' o interés, pero para ser un primer intento, creo que no hemos salido mal parados.  Así suena la cosa para tres melotrones.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Cuando los ángeles nos amaban


Les hablaba en otra entrada de unos apuntes sobre épica que elaboré hace tiempo y que suelo utilizar en las clases de Literatura Universal. La parte inicial, que colgué allí, es una de las entradas más visitadas de este blog, lo que me hace pensar que a lo mejor vale la pena ir trayendo el resto. Así va el segundo apartado:


La épica y el tiempo de los héroes

La palabra épos implica narración: el acto de contar cosas muy viejas y muy distintas a las de hoy (en el caso de Homero, sucesos de hacía al menos cinco siglos, magnificados por la tradición oral).

Hay una tendencia universal a dorar el pasado, a hacer de él una Edad de Oro. Manrique asegura con aire proverbial cómo cualquiera tiempo pasado / fue mejor. La Revolución Industrial actualiza el tópico, al crearse una añoranza de las cosas hechas como antes, artesanalmente, frente a los productos industriales fabricados en serie. En todas las épocas, ha sido además un tópico el que los padres y abuelos se quejen de la decadencia moral y física de las generaciones siguientes (efecto del recuerdo selectivo que se tiene de la propia juventud). Ya no nacen hombres como aquéllos. De ser cierto este tópico, es obvio que, remontándonos cinco siglos atrás, encontraríamos seres humanos excelentes, cuasidivinos.

Muchos pueblos cuentan en su cronología con una época heroica o mítica en la que los dioses y los hombres estaban más cercanos en todos los sentidos: se parecían más, y vivían en mayor proximidad. En el principio de los tiempos, in illo tempore, el hombre y los dioses convivían en un mismo espacio (el Paraíso). En Egipto y en otros lugares, los primeros gobernantes fueron los dioses (Osiris, Horus). En Grecia se dice que los dioses se paseaban por la tierra, invitaban a sus amigos mortales al Olimpo, bebían con los hombres y se acostaban con las mujeres: de ahí los frecuentes nacimientos de semidioses: hijos de dios y mortal, que viven más que los hombres comunes y son mucho más fuertes que ellos. De entre los semidioses saldrán casi todos los héroes.

Semidioses, híbridos de deidad y mujer, son también Jesucristo y su eventual contrafigura, el Anticristo o hijo del demonio, que tanto juego ha dado en la imaginación popular (cf., entre los casos más recientes, películas como La semilla del diablo, La profecía, Demian).

En la Biblia, hay huellas de este mito en la leyenda según la cual los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres, engendrando así la raza de los gigantes o héroes (Gn. 6) .

Los textos ugaríticos, anteriores a la Biblia, usan hijos de Dios para designar a los dioses del Panteón cananeo, hijos del dios principal. Es probable que el mito bíblico sea una reliquia politeísta, del tipo del salmo 82, en el que YHVH se dirige a los demás dioses en la Asamblea divina: Dios se levanta en la asamblea divina, rodeado de dioses juzga….La tradición de los teólogos judíos se divide entre quienes hacen de los hijos de Dios ángeles enviados por éste a la tierra para reformar a los hombres (pero que caen en la tentación y sucumben al encanto de las mujeres) y quienes tratan de evitar toda sombra de heterodoxia entendiendo por hijos de Dios a los descendientes de Seth, virtuosos, y por hijas de los hombres al linaje de Caín. En este caso, queda por explicar por qué los descendientes de la unión de ambas familias son gigantes, y el porqué de la preocupación divina que trata de limitar el número de años de la vida humana.

La interpretación de los hijos de Dios como ángeles entra, dentro del cristianismo, en contradicción con el dogma de que los ángeles, puro espíritu, no tienen sexo ni capacidad de engendrar. Cf., no obstante, la creencia medieval en íncubos y súcubos, y la creencia en hijos derivados de estas uniones híbridas (Merlín, hijo de un íncubo; el Anticristo, hijo del demonio).


Se observa también que, en un inicio, Dios hace al hombre a su imagen, inmortal. Los sucesivos errores o faltas hacen que el hombre sea objeto de castigo, primero perdiendo la inmortalidad (expulsión del Edén), más tarde el conocimiento del idioma divino (Babel). Aunque no inmortales, los patriarcas antediluvianos vivían aún sus 175 (Abraham) o hasta 969 años (Matusalén). Los hombres antiguos se parecían más a los dioses: su vida era más larga y su fuerza mayor. Antes del Diluvio, Dios decide acabar con la raza de los héroes o gigantes, limitando a partir de entonces la vida humana a los 120 años.

En Grecia, se da también una pérdida de confianza entre dioses y hombres: tras sucesos como el de Ixión, que ofende la hospitalidad de los dioses, o Tántalo, los dioses restringen drásticamente el contacto entre ambos mundos; no hay, pues, más semidioses ni héroes.

En definitiva, el tiempo de los mitos y de la épica es el tiempo antediluviano, los tiempos de Maricastaña: un pasado que se siente muy lejano, mejor y distinto.

Puesto que la épica habla de cosas muy viejas, es normal que el propio lenguaje que se utiliza sea arcaizante: que suene él mismo antañón, artificiosamente avejentado. Si habla un personaje de hace cinco siglos, se intenta que hable como se hablaba hace cinco siglos (aunque, en realidad, ya nadie sepa cómo se hablaba entonces). Cf. el uso en los romances de formas que estaban en desuso o que nunca habían estado en la lengua: futuros del tipo oiredes, sabredes, la e paragógica (infelice), la conservación de la f- inicial (fablaba).

Es un lenguaje que quiere evocar el ἀρχή (arkhé), el principio de los tiempos, la época primorosa de los príncipes (cf. principio, príncipe, presidente, primor, primario). Lo originario es también lo original: aquello que, a diferencia de la copia, del cliché, conserva todo su poder. Es también lo radical: la raíz que da origen y mantiene lo que es.

Las fiestas nacen como regreso periódico al tiempo de los orígenes, que se actualiza mediante el rito que repite la acción original de los dioses (cf. la misa). Las fiestas son al tiempo profano lo que los templos o zonas tabú al espacio común: rupturas de la continuidad, centros u ombligos del mundo en los que se manifiesta lo otro, lo distinto, lo separado o sagrado. (V. las obras de Mircea Eliade).

Lógicamente, la épica intenta evitar el anacronismo. Homero, por ejemplo, atribuye siempre a sus héroes armas de bronce, aunque en su época ya se usaban las de hierro.

martes, 20 de septiembre de 2011

Esto sí que es Arte


Como ya he contado alguna vez, admiro enormemente a Joselu, un profesor de Lengua y Literatura que de vez en cuando se declara de vuelta de sus entusiasmos juveniles por la docencia —para a continuación confesarnos que se ha pasado a algún empeño pedagógico nuevo, siempre más arriesgado y exigente que los anteriores (el último, enseñar a la vez español y 'pensamiento crítico' a alumnos inmigrantes —a los que Joselu, a diferencia del 99% de nosotros, considera la última oportunidad que se nos brinda de hacer algo en clase que no sea un simulacro).

Mi admiración por Joselu es la que se tiene por alguien que se atreve ir más lejos y por más tiempo que tú. Como profesor, yo puedo ser a ratos un tanto peculiar en la manera de entender la materia, pero resulto bastante convencional en la metodología. Estos días, con todo, me encuentro con grupos que no tienen el libro de texto ni aspecto de ir a hacerse pronto con él, así que es inevitable sentir esa ausencia como una oportunidad para volver a una docencia menos convencional, sin preguntas y respuestas prestablecidas, abierta a indagaciones.

Así, en 1º de Bachillerato se me ocurrió que una manera interesante de entrar en el primer tema del curso (El uso artístico del lenguaje) sería examinando las entrañas del concepto 'arte' a partir de un pequeño tesoro que les recomiendo, el Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española, de Roberts y Pastor. Examinar la etimología de las palabras es mi estrategia favorita para intentar entender de dónde viene un concepto y en qué se fundamenta. En cierto modo, es como examinar la vida de una celebridad en la época en que era un desconocido: un pasado que arroja una luz nueva, distinta, sobre lo que significan y por qué términos que, por familiares, parece que no tuvieran secretos.

Remontarse al latín o al griego es la primera parada de este viaje, pero seguir ahondando hasta la Prehistoria (el Indoeuropeo es eso: la lengua de los ancestros prehistóricos que luego pasaron a hablar, entre otras, las lenguas europeas) supone multiplicar por cien los efectos prospectivos de la búsqueda. Si términos que en español no parecen a primera vista relacionados (clave y llave, pongamos) se revelan en latín una sola palabra, en indoeuropeo son decenas de palabras de lenguas diversas las que forman toda una red de significados que no sólo permite extraer con tiento el sentido de partida, sino (lo que es aún más interesante) nos informa sobre las distintas vías en que ese sentido se precisa, completa, remansa y desvía.

La palabra arte, por ejemplo, deriva de una raíz *ar- (pp. 12-13 del Roberts-Pastor), cuyo sentido original es 'colocar, ajustar'. Si uno va recorriendo el vocabulario, descubre con cierto asombro que ésta es también la familia de la que proceden las nociones de número (gr. arithmós), arma, armonía, urdimbre, excelencia (gr. áristos), rito y orden.

Casi todo el debate sobre el sentido y las fronteras del arte está escrito en esa red de términos, y se puede reconstruir sin salirse mucho del español. (En lo que sigue, pongo en cursiva todos los términos que derivan de *ar-):

a) Hablamos de un ajuste, armazón o artilugio a partir de artículos sueltos, piezas que no se descubren armónicas, aptas para colaborar sinérgicamente en un mismo propósito, hasta que se las arma con cuidado (cual Isis localizando a lo largo del Doble País los miembros -arms- de Osiris y armándolos amorosamente) y se logra que el resultado, convenientemente articulado, se sostenga (varios términos de la familia, como el avéstico raiti y el persa antiguo arta- insisten en esa idea: permanecer sujeto, derecho). Para el artista, el mayor atractivo de su mester no es tanto la esperanza de obtener un reconocimiento a sus logros, sino la sensación de haber puesto orden y sentido en su vida, urdiendo un matrimonio entre los materiales y capacidades de que dispone y las obsesiones (recuerdos, deseos, ideas recurrentes) que lo agitan.

b) Esencial a ese propósito es la medida, la razón más o menos matemática, la proporción y la repetición de segmentos iguales que encajan los unos en los otros. La rima y la medida -arithmós- de los versos es un ejemplo señero. Un punto más allá, la tarea continúa en la búsqueda de las correspondencias que ligan objetos de campos distintos (sonidos y colores, por ejemplo), teniendo en cuenta siempre que el ajuste invisible, inesperado, es mejor que el visible (Heráclito): de ahí el asco natural por los ripios y clichés, enfermedad profesional del arte.

c) La dificultad de la tarea desemboca de forma natural en una búsqueda de la excelencia (áristos), paralela a otras, como la búsqueda de la Piedra Filosofal o el Santo Grial. El perfeccionismo no debe entenderse como un mero cultivo de la forma, sino como un intento de sacar lo mejor de sí de las piezas disponibles y de la capacidad de que se disponga para combinarlas con tiento. Nuestro JRJ sigue siendo un representante óptimo de esta estirpe.

d) En la raíz del arte está la mímesis, no de ningún objeto en particular, sino de la belleza que se da naturalmente. El hombre contempla emocionado una puesta de sol y se dice que sería una cosa grande lograr mediante el arte una obra (un artificio) capaz de suscitar la misma riqueza de sensaciones. Cuando Bécquer le dice a su amada Poesía eres tú, le está diciendo que su belleza está pidiendo dejarse atrapar en una obra de arte, que tiene (además de un buen revolcón) un poema.

e) Por supuesto (y de aquí el rechazo platónico del arte) estamos hablando de una artería, un engaño, quizá más reprobable cuanto más cerca está el artilugio así urdido de confundirse con un objeto natural. La sensación de vida de la obra de arte no debe engañarnos: Isis nunca encuentra el miembro viril de Osiris, el principio de la generación y la vida: su momia-puzzle es una obra de amor, pero no un ser vivo. Hartos estamos, en fin, de ver que la gente llora las desgracias de los protagonistas de las telenovelas (o se falta metódicamente al respeto mientras asiste, voyeur, a sus hazañas eróticas) con la misma convicción con que se muestra indiferente al dolor y amor reales de su prójimo.

f) Para que el arte no fuera un engaño, debería elevarse a la categoría de artem magicam (de donde artimaña), logrando de manera desviada, impía incluso, lo que le está negado al hombre: dar vida a lo muerto o inerte (etimológicamente, «sin arte»). No basta con que el artilugio se sostenga (a): debe respirar y caminar. A pesar de lo dicho (e), la hechicera Isis consigue que Osiris recobre la vida suficiente para engendrar en ella a Horus. También el doctor Frankenstein, nuevo Prometeo, consigue que su criatura se ponga en pie y camine (aunque luego venga a lamentarlo). Pigmalión siente asombrado cómo la estatua de Afrodita de la que se ha enamorado cobra vida y responde a sus caricias. La rana resulta príncipe.

g) Hemos hablado antes (d) de imitación de la naturaleza, mediante el artificio; pero la producción de seres vivos por otra vía que la generación sexual (f) supone otra imitación, la de los dioses que, según los mitos, crearon así el mundo y al propio ser humano. Recae así sobre el arte un prestigio sagrado, cuya manifestación más chillona es el creacionismo de Huidobro (el poeta, escribe, es un pequeño dios). Más cauto, Tolkien habla del artista como un sub-creador, una suerte de demiurgo en el que Dios ha puesto una parte, mínima pero aun así asombrosa, de su propia capacidad para dar forma a lo que hasta entonces no había. Antes hemos hablado del placer de poner orden en el caos de la existencia; añadamos ahora el placer, propio sobre todo de narradores, pero tampoco extraño a los poetas, de sentirse generadores de un Macondo, un mundo.

h) La enormidad de la acción y su carácter de generación contra Natura (f), siguiendo los principios del arte mágica, abren también la puerta a la idea de que el artista trabaja en realidad bajo la inspiración del señor de los contras y las puertas de atrás: así, tanto Paganini como Robert Johnson entregarán sus instrumentos al Enemigo para que éste los afine y les dé la capacidad de poner en danza a los muertos, o al menos parecerlo.

i) Vemos también cómo el ensamblaje más o menos prodigioso de elementos sueltos produce primero objetos útiles (armas), luego llamativos (artilugios), al fin meramente ornamentales (adornos) o enojosamente inútiles (armatostes). Ornar (y adornar) son también desarrollos de *ar-.

j) Se produce también un ascenso o caída desde la artesanía, que se mantiene entre dos aguas (hermoso pero también útil) hasta el Arte mayúsculo romántico y moderno, no siempre hermoso, y cuya utilidad paradójica reside en darnos la sensación de disfrutar de un lujo, un plus. Paradoja porque ese plus (el de Canal Plus), ese adorno, es una necesidad imperiosa de la humanidad progresada, para la que verse privada de un día para otro, así fuera durante 24 horas, del suministro casi gratuito de obras de arte (canciones, series de TV, novelas, películas) que le proporcionan los medios supondría un shock tremendo (quizá saludable).

k) El arte, en fin, es un arma: cargada de futuro, como la quería Gabriel Celaya, o simplemente abierta a cualquier posibilidad. (Aunque hemos insistido en su capacidad para generar, no se excluye la finalidad destructora, ofensiva: el arte es también invectiva, sátira; su mímesis es también parodia.)

l) La apertura a las posibilidades, al qué vendrá, de la obra de arte tiene que ver con su articulación, que la mantiene derecha, en pie (a) ante los vientos que puedan venir, pero también flexible, dispuesta a interactuar con ellos: las jarcias de un buque, sus velas y palos, son otro desarrollo de *ar-. Como el arpa eólica, la obra de arte responde a sucesivos acercamientos con nuevas respuestas, inagotables acaso.

m) La repetición que no agota las posibilidades del artilugio está ligada, en fin, etimológicamente, a la idea original del rito (de una variante de *ar-, *ri-): no una mera conmemoración de hechos pasados, sino su reviviscencia a todos los efectos. Releemos una novela o volvemos a ver una película, destruido ya el suspense, la intriga, tanto por gozar del placer equívoco de la fatalidad (volver a sentir cómo viene lo que ya sabemos que vendrá) como por descubrir algo de lo mucho que no captamos en su momento. La obra lograda es, después de todo, un mundo (g): algo que nunca podremos dar por recorrido en toda la extensión de sus implicaciones y sugerencias. De ahí la observación de Simone Weil: para el preso obligado a permanecer durante años en la misma celda, la presencia en ella de una obra de arte (un cuadro) genuino, lejos de ser un agobio, supondría siempre una ventana abierta, un respiro. Ojalá sea también ésa la función del arte, tomado en su conjunto, en nuestras vidas.


lunes, 19 de septiembre de 2011

Valorio II


Extraño prodigio éste de componer tanto, si no tan bien, cuando otras veces uno fatiga en vano las escalas y los acordes. Ellas son así.

Esta pieza es de las que, como diría el maestro Aníbal, no tienen chimpún (cadencia de dominante): va cruzando las tonalidades sin otra lógica que la propia, de modo que en un segundo estamos en la menor y en el siguiente en si bemol o fa menor. Todo sin llegar a perderse, pues tampoco es tan grande la pieza, ni el bosque (ya parque) zamorano que evoca.


domingo, 18 de septiembre de 2011

Canciones de Agustín García Calvo


Este verano estuvimos hablando de acercarnos alguna tarde al Ateneo a cantarle al maestro y a cualquiera que quisiera escucharlas las canciones que hemos ido musicando en estos años de su Valorio 42 veces y otros libros suyos. Llega septiembre y con él la desbandada, pero al menos quiero que esas canciones queden colgadas en la Red, a un click. Es un archivo grande (114.71 MB), pero MediaFire suele ir bastante rápido. No están todas las que hay, y algunas están mejor grabadas e interpretadas que otras, pero no deja de ser una gozada volver a oír Tú, cuya mano en voz de Rafa, Mi amiga en la de Luli o el Conjuro en la de Alfonso.

Rescato como muestra la primera. Así sonaba en un bar de Sevilla, a mediados de los 90, con Rafa (¡un gran abrazo, primo!) a la voz y la guitarra y Lorenzo al cello.