miércoles, 8 de julio de 2009

96 horas de estancia, vino y pócimas de azul


La Sala, ídem de conciertos de Madrid, abrió sus puertas en 1991, y para 1993 ahí estábamos Dani y yo dando el cante con las canciones de nuestras primeras maquetas (y alguna que nunca llegó a grabarse 'en mesa', que no en estudio). Creo que el contexto era un concurso de grupos nuevos, en el que por supuesto no nos buscaban a nosotros. Aparecimos, no obstante, ante un público más bien hostil, con la excepción consabida de los amiguetes y algún oído milagrosamente abierto. En mi memoria aquello sonó mal, pero volcándolo ahora de la vieja cassette me parece que estas 96 horas de estancia, vino y pócimas de azul suenan estupendas y vigorosas, con un punto urgente que lo acerca al (oxímoron) punk acústico.


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