martes, 8 de abril de 2008

Nunca te dije


La Red es un ejercicio de memoria. En vez de despertarnos, ir desprendiéndonos del sueño, emergen cada vez más detalles que habíamos olvidado, imágenes que no creímos volver a ver. Gracias a Juan Alberto Arteche y su Música sin fin, vuelvo a ese momento (dieciocho añitos tuvieron la culpa) en que tropecé por primera vez con Javier Bergia y su Nunca te dije. Había olvidado la coda caribeña, y en cambio la introducción más o menos casual (una historia tan triste que se da la vuelta) me ha perseguido todos estos años. Pienso que Bergia era todavía un músico pop, con ese guitarrista vertiginoso, como kingcrimsoniano, que duplica sin error los arreglos del disco (lástima que no se lance a un solo de veras en la parte final, que tanto lo pide). Hay algo desmañado y sin embargo industrioso en la manera de presentarse de Bergia, cierta estética de la catástrofe que me recuerda a Breton (el placer de hacerse servir, por ejemplo, una demolición al plátano). Para este mes de abril nos anuncia novedades del pasado: una antología. Voy pidiendo número.


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