sábado, 16 de junio de 2007

Un día, el sol dejará de alumbrarte


Como degustador de música sesentil y setentera, el empacho de improvisaciones interminables, más o menos psicodélicas, sobre base de blues ha estado a punto de indisponerme más de una vez contra el género en su conjunto, sin demasiados distingos entre los frutos, las raíces y el agüita sureña que las nutrió. Sin embargo, hay unos pocos blues excepcionales que siempre pasan la barrera. Éste, del primer disco de Jethro Tull, me sublivella. Añado que es una gozada ver a los músicos ya crecidillos volver sobre sus pasos —las nieves del tiempo van a tono con el fondo sapiencial y descreído del género. (Ojo a la portada proléptica: con oportuna caracterización, las melenas y barbas les hacían parecer, ya entonces, viejos prematuros —Jethro Tull o el eterno puer senex, niño que sabe latín y viejo reverdeciente).


4 comentarios:

Talín dijo...

Otro comentario de García Calvo:
http://marpita-caminarconociendo0-1.blogspot.com/2007/06/agustn-garca-calvo-cuentos-vivos.html

Talín dijo...

Tienen algo de resistentes como García Calvo, que hasta se resiste a tomar medicinas a pesar de los infartos

Anónimo dijo...

J. Anderson sigue en forma. Incombustible, él. El guitarrista a su izquierda tiene perfil de dama de alcurnia. Qué suerte.
En cuanto al blues..., éste con toda seguridad fue inspirado en un cruce de caminos. Y, si no lo fue por el diablo, no lo entiendo. Porque la armónica suena diabólicamente.
Saludos.

Grifo

Al59 dijo...

Grifo, lo adoro. Sólo usted podría ver, más allá del pirata borrachín, la irreprochable dama de alcurnia. Gracias a quien corresponda (las gracias deberían hacerlo existir, siquiera para el caso) por el lujazo que supone su compañía.