miércoles, 20 de septiembre de 2006

La canción de la Trova


Aún bajo la resaca del concierto de Silvio Rodríguez, ayer a estas horas en el Palacio de Congresos de Madrid. Muchas sensaciones encontradas. Lleno absoluto. La edad media del público, devoto hasta el fanatismo, no bajaba de los 35: supongo que nuestros adolescentes y veinteañeros no han tropezado con Silvio en ambiente propicio.

A pesar del cariño desbordante (le hicimos salir cuatro o cinco veces a entregar bises), el artista no parecía del todo contento con los fans, y no me extraña. Una minoría muy notoria se pasó el concierto enganchada al móvil-cámara-vídeo-sacacorchos, inmortalizando su incapacidad para disfrutar del momento (vale: puede que luego se lo agradezcamos), mientras otros aún más plastas exigían con voz de templo sus canciones favoritas (todo un rosario de peticiones tópicas, que dejaba la clara sensación de que el artista iba aborreciendo y descartando del repertorio cada una de ellas). Los elogios no calaban. A un '¡Viva Silvio!', el hombre respondió, con ademán de profesor paciente, '¡Viva Aute! ¡Viva Serrat! ¡Viva Sabina!'. A otro que se pensaba en una fiesta del PCE ('¡Viva Cuba!'), le repuso 'Mejor vivan todos los países'.

A diferencia de otras ocasiones, los músicos que le acompañaban tocaban instrumentos acústicos (bajo acústico, guitarra española, tres, flauta, clarinete y percusión) y se integraban bien en la música. El intérprete de tres, en especial, era un misil imparable, y con él muchas canciones cobraban un aire inédito a raíces silvestres cubanas. El guitarrista tocaba también con solvencia, aunque a ratos le salía un ramalazo al Concierto de Aranjuez en versión postal-gasolinera. La flautista-clarinetista recuperó con buen gusto bastantes arreglos originales, que era un placer escuchar en directo.

A pesar del acompañamiento esmerado, los momentos de mayor calidez (y calidad) siguen siendo las canciones donde Silvio se desempeña a fondo y a solas, guitarra y voz: en esta ocasión, Adónde van se llevó seguramente el premio. El repertorio fue ecléctico: tres de las primerizas que acaba de rescatar en el doble Érase que era (excelente La canción de la trova); algunas cuantas medianas, de discos recientes; y muchos clásicos, en arreglos que a veces cortejan la sorpresa (un acierto imprevisto: Óleo de una canción con sombrero en plan country&western).

En conjunto, Silvio se mantiene, que no es poco. Con un repertorio como el suyo podría estar tocando cinco horas de canciones excelentes, clásicos indiscutibles —y aburrirse (sospecho) mortalmente. No es raro que el público no le deje partir con menos de dos horejas —y que el repertorio sea un estudiado compromiso, donde las recreaciones concesivas de sus grandes éxitos alternan con otras apuestas más personales, objetivamente más flojas, pero que le mantienen despierto e inquieto.

La canción de la trova, una de las canciones primerizas rescatadas ayer, tiene un vídeo encantador grabado en 1968. Por magia de Youtube, retorna de las sombras. Que lo disfruten.


1 comentario:

no apta para la humanidad dijo...

Para mí también fue una mezcla de emociones extrañas y algunas encontradizas. Al principio me chocó la reacción de Silvio ante el público. Nunca lo había visto en vivo así que no tenía idea cómo sería su comportamiento. Luego, cuando seguía el curso del evento fui entendiendo que Silvio al parecer se compenetraba tanto con su música y con su instrumento que casi no prestaba atención al público. También es cierto que su música es de corte más íntimo y quizás la efusividad de el público en ocasiones rompía un poco con ese ambiente. Pero el mismo Silvio se veía más suelto a medida que continuaba el concierto.
Para mi fue un momento único e irrepetible, pues es muy difícil que Silvio regrese a mi país por toda la política que nos divide de Cuba, nuestros hermanos. Así que para mí fue un momento muy especial que disfruté a cabalidad. Resonaron en mí las palabras de "El día en que voy a partir", ese empeño de conservar el recuerdo intacto para siempre. Me fui con la tristeza de saber que mi gente puertorriqueña probablemente nunca vuelva a presenciar a Silvio pero a la vez me siento afortunada de haber tenido esa oportunidad.
En todo caso, para mí fue un concierto muy especial y me llevo los recuerdos en el corazón.
Saludos