viernes, 21 de julio de 2006

Jugband Blues



Para el Marqués, señor de las horas


De las puertas del alba al ocaso. Un Barrett casi siempre colgado, con las neuronas al bies, saca de su quicio a sus compañeros, a los que la urgencia aconseja el cabreo en vez de la piedad. Sus canciones siguen siendo brillantes, pero el tempo y la estructura se vuelven cada vez más idiosincrásicos. Resulta complicado darles forma en el estudio, e incluso en el local de ensayo. Un día Barrett los reúne y les toca una sucesión de riffs vertiginosos. Esto se llama ¿Lo has pillado ya? Los Floyd no lo pillan. La canción (si la hay) suena distinta cada vez. Después de unos minutos, el rencor funde los amplificadores. En el siguiente concierto, no pasamos a recogerlo.

David Gilmour, amigo de Barrett, hace un digno papel sustituyendo al insustituible. El grupo tiene, brevemente, cinco miembros, con la idea de mantener a Barrett como compositor y cerebro en la sombra, tal Brian Wilson en los Beach Boys.

El segundo LP, A Saucerful of Secrets, da idea de este período de transición. Wright intenta continuar la línea de Barrett, con canciones realmente lindas que caerán en saco roto, como Paintbox (cara B de Apples and Oranges), Remember a Day y See-Saw. Cuando tire la toalla como compositor se le echará de menos, pero es tarde. El bajista emerge de la sombra y cierra con llave todas las puertas. Set the Controls for the Heart of the Sun y el tema que da título al disco indican la estética de los próximos años: ambientes de penumbra que progresan como bombas de relojería, dejando una sensación de plenitud saturada. Si en Barrett todo es subidón, urgencia, guiño, el arte de Waters tiene el sabor de una venganza reposada, paciente, exhaustiva.

Piedad o cálculo, el grupo le deja a Barrett un espacio al final del disco para el monólogo de despedida. Como Bilbo el día de su cumpleaños, como el mismísimo César Vallejo, Syd se aclara la garganta y comienza:

Es terriblemente considerado por vuestra parte pensar en mí aquí y estoy en deuda con vosotros por dejarme bien claro que no estoy aquí. Nunca creí que la habitación pudiera ser tan grande o que la luna fuera tan triste. Os agradezco que hayáis tirado mis zapatillas viejas y me traigáis aquí vestido de rojo. Me pregunto quién estará componiendo este tema. No me importa que no brille el sol, no me importa que nada sea mío, no me importa estar nervioso a tu lado. Haré el amor en invierno... Y el mar ¿acaso no es verde? Y amo a la reina. Después de todo, ¿en qué consiste realmente un sueño? ¿En qué consiste realmente una broma?

Las preguntas se evaporan y el disco concluye. No se admiten respuestas.



4 comentarios:

Horacio Diaz dijo...

Está muy bueno... realmente me gustó mucho.

Roberto Ö. dijo...

hey!!! muy buen comentario sobre Barrett, creo que esta última canción con los Floyd refleja locura y brillantez en su máxima expresión. Un genio inconcluso del rock. Por cierto has oido Madcap Laughs? (el disco solista de Barrett)que opinión te merece?

Anónimo dijo...

Mi canción favorita

El Oso Judío dijo...

Wooooaaa, you rock hermano. Está excelente. Pareciera que el subconciente de Barrett ya tenía previsto toda la secuencia.