domingo, 11 de junio de 2006

Feliz desde la orilla


Un hallazgo feliz (feliz hipálage) este libro que regresa a mis manos, Jardines de bolsillo. Tres mil años de poesía, de José Luis García Martín, en la editorial Trea (Gijón, 2006). En este recorrido por el tiempo hay muchos clásicos que suenan, en traducción encantadora, nuevos. Otros poetas antologados son, al menos para mí, desconocidos. Entre ellos, este Umberto Saba, poeta italiano de la primera mitad del XX.


Feliz desde la orilla

Tranquilo ya en el barco
que va al país de donde no se vuelve,
oí me que me llamabas feliz desde la orilla.
Y aquí me tienes, alimaña joven.
Muerde mi corazón: es todo tuyo.

1 comentario:

Al59 dijo...

Cedo a la tentación de comerme el rosco. El caso es que, leyendo ahora el poema de Saba, me dio la impresión de que se refería precisamente a eso que estaba pasando: la sensibilidad, la memoria del que fue a punto ya de no ser nada y el lector que las rescata, puntualmente, del Hades. Saba imaginándolo y siendo, un instante, feliz (como Cernuda en su oda al poeta futuro); yo con la ilusión pareja (pero estanca) de tener ante mí una presencia radicalmente afín —que, como un holograma moreliano, siempre está disponible pero nunca contesta. Quizá no sea comunicación —pero seguro que es magia.