martes, 7 de febrero de 2006

Yog-Sothoth


Todo en uno y uno en todo
(HPL)

Lo que se pierden los neocamp(oamorinos). Por ejemplo, las delicias del surrealismo, de las que (dicho sea de paso) tan pobre idea dan las síntesis escolares al uso.

Removiendo las aguas de la magia homeopática y la metáfora (ambas aplicaciones de la asociación por semejanza), he recordado un instructivo juego surrealista, el de "lo uno en lo otro". Consiste en que uno de los jugadores decide, en su fuero interno, qué es (pongamos: soy un huevo); a su vez, los demás jugadores deciden lo que quieren que sea.

Cuando el jugador que se la liga recibe la noticia de cómo le ven los otros (eres un juego de cartas) tiene que revelar lo que realmente es tomando como punto de partida la definición que los demás le han dado: soy un juego de cartas... que se juega con naipes blancos y amarillos; el que gana sale empapado y recibe una corona de plumas.

El resultado del juego puede plantearse como adivinanza; también como una metáfora. En cualquier caso, la sensación turbadora que produce es que, potencialmente, cualquier cosa está en cualquier otra: el huevo es tan juego de naipes como el juego de naipes huevo. A es un caso de B, B un caso de A. Aunque la lógica lo prohíba, cada uno es un subconjunto del otro. Áteme usted esa mosca por el rabo


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4 comentarios:

Joselu dijo...

Yog-Sothot ostenta el poder de viajar entre los planos para llegar a cualquier época o lugar. En sí, Yog-Sothot colinda con todo tiempo y espacio, pero puede manifestarse como entidad física en el mundo real, debido a lo cual se le ha llegado a llamar La Llave y la Puerta. En su aspecto de abridor del Camino, Yog-Sothot es mencionado como Umr at’Tawil (que significa la Prolongación de la Vida). Yog-Sothot entra en este plano de existencia para cebarse con la vida que contiene, pero sólo puede hacerlo en contadas ocasiones... o cuando se le invoca

Bien traída relación entre la deidad lovecraftiana y la metáfora que permite viajar entre planos diferentes y en que lo uno es en lo otro y lo otro en lo uno. El surrealismo es estimulante. En mis antiguas clases de Cou proponía a mis alumnos por grupos la realización de un acto de carácter cubista, expresionista, futurista, dadaísta y surrealista. Aquellos que participaron en la creación de actos surrealistas -sin límites morales ni artísticos- disfrutaron de una experiencia tan fuerte que no han podido olvidarlo a pesar del paso de los años. Todos fueron mucho más allá de lo que pensaban y tuvieron que parar. Bien por los juegos surrealistas. Las metáforas surgían necesariamente. Brillantemente. Jugosamente.

Al59 dijo...

Espero que durante el acto futurista no pegaran a nadie ni prendieran fuego a la biblioteca :-) Reconozco que, de todos los ismos, el de Marinetti siempre me ha caído un poco (bastante) gordo.
Veo que eres un buen conocedor de los mitos de Cthulhu (creo recordar que alguna vez aludiste a Lovecraft como lectura de adolescencia). Para mí el libro de las aventuras oníricas de Randolph Carter, el Manuscrito encontrado en Zaragoza y las Mil y una Noches forman una trilogía fundacional (una tetralogía si añades el paso por Moria, en El Señor de los Anillos). En esos libros (mucho más que libros, de algún modo: puertas o ventanas a otro sitio) aprendí lo que es el Hades, ese mundo donde lo siniestro y lo placentero conviven y convergen extrañamente.
Creo que todos nos quedamos turbados por esa experiencia a la que aludes, sin explicarla. Hay algo que roza lo paranormal en esa idea surrealista de un instante en que todos los controles se apagan y puede suceder cualquier cosa. Sería lindo haber sido engendrado en uno de esos raros instantes.

Joselu dijo...

Nunca he vuelto a releer El señor de los anillos. Lo hice cuando fue publicado en España y el paso por Moria es de lo más alucinante que recuerdo de todo lo que he leído. Los actos surrealistas y dadaístas les servían para derrumbar las barreras racionales e internarse en el subconsciente. Y a fe mía que lo hacían. Recuerdo aquellos actos a los que iba como simple espectador como una de las experiencias más gratificantes y avanzadas que se puedan llevar a cabo con adolescentes con ganas de indagar. Por eso, ahora todo me parece una majadería. Sí, me hubiera gustado ser engendrado en un acto surrealista pero de los buenos. Yo creo que lo fui, pero de los malos, pero esto ya son historias íntimas y confusas que no vienen al caso. Sí, Lovecraft formó parte de mi panteón de lecturas de juventud. ¡Qué dolor me produce que la relectura de tantos libros que me marcaron y me hicieron ser me deje tiempo después indiferente o peor aún¡Cómo cambiamos...¡ Pero me quedo con el sabor de aquellas primeras lecturas. Irremplazables.

Anónimo dijo...

Yo tampoco he vuelto a leer a Lovecraft desde la adolescencia, y por lo mismo. Me enseñó lo Inconcebible, frente a la dialéctica Bien-Mal de otro aterrador al que tampoco he querido volver: Stephen King.

El paso por Moria..., también mi mejor recuerdo de un libro que me costó 3 suspensos acabar. No se puede estar a todo.

¿Qué me dicen del castillo kafkiano? Es un Otro tan absoluto como las criaturas lovekraftianas.