viernes, 10 de febrero de 2006

Mi paganismo


Mi paganismo es hillmaniano, indagador, escéptico. No me parece que los dioses sean reductibles a mera psicología, sino que (como los galos de Astérix) rigen, irreductibles al simulacro, las zonas numinosas de la psique. Son en nosotros, somos en ellos —pero están muy lejos de pertenecernos. Como lo mostrara Homero, somos su campo cotidiano de pruebas. Nuestra relación (mutuamente parásita si miramos con el ojo torcido) es en realidad una elocuente simbiosis.
Los dioses tampoco son disfraz de ideas o conceptos: en la mayor parte de éstas se puede sospechar, por el contrario, una epifanía fósil, un proceso de banalización que sólo Nietzsche (fulminado por ello) se atrevió a revertir.
La gente llama, por ejemplo, racionalidad y cientificismo a lo que no pasa de ser un empacho apolíneo, un tumor metafísico que devoró inteligencias tan notables como la de Wilamowitz y sigue hoy hambriento. El monoteísmo (monótono teísmo, que decía aquél) es una enfermedad psíquica que responde a los parámetros (psíquicos también) de Hipócrates: predominio y exceso de un humor en sí benigno, una falsa individuación que nos vuelve en realidad casos típicos, selectivamente sordos a casi todos los colores del espectro.
La historia de las religiones monoteístas es el mejor argumento del paganismo, aunque no por el atajo moralista que está más a mano. Se han vuelto espiritualmente ricas, capaces de producir arte sublime y favorecer la convivencia, sólo las que han ido corrigiendo su sordera inicial con la distinción de matices en lo divino, de forma abierta (la Santa Trinidad, las diversas advocaciones divinas) o con el argumento de que se trataba de mediadores ante el Único (Virgen y Vírgenes, ángeles e innúmeros santos). No es casual que el mejor momento del cristianismo en cuanto movimiento cultural (y espiritual) coincida con la recuperación en el arte plástico y la literatura de la mitología grecolatina, con la excusa errada (pero estratégicamente acertadísima) de la alegoría. El Islam, en cambio, carne de Savonarolas, es hoy el páramo beligerante que no fue cuando los sufíes sutilizaban sus dogmas (no hay más 'dios' que lo que divino se demuestra, y lo loable, lo excelente —lo mohammed—, es su único portavoz válido) y los cuentistas de las Mil y Una Noches, entre sura y aleya, colaban de matute a Gilgamesh y Odiseo.
Cuando era alumno de Carlos García Gual (memorables clases las de Mitología), éste nos dijo un día que, en su opinión, la visión simbolista de los mitos, la que pueden representar los románticos, Jung o Bachelard, no se sostiene frente al funcionalismo o el estructuralismo, empeños intelectualmente superiores —pero que, concedámoslo, constituye buena materia de inspiración para poetas y artistas en general. Al joven que fui le pareció que ese argumento condescendiente resultaba demoledor: en lo que funciona nunca hay engaño (aunque quepa sospecharlo en las explicaciones de ese funcionamiento).
El profesor de hoy, admirador acérrimo del maestro, sigue de acuerdo con aquel alumno.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

En efecto: lo suscribo al 100% (y porque no se puede al 101%). No sabía que habías sido alumno de García Gual. Uno de los momentos más felices de mi vida fue cuando leí su traducción (en Alianza) de la Lírica Arcaica Griega. "Pues es hermoso morir si uno cae en la vanguardia / cual guerrero valiente que por su patria pelea". ¡Y ahí tenemos a Tirteo, en las trifulcas de los años veinte! Un abrazo!

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu blog, compañero. Queda pendiente ese mail que desde hace tiempo he de mandarte y que lacera mi conciencia por mi imperdonable pereza. Entrando en materia, estoy totalmente de acuerdo contigo. En términos psicológicos (o psicoanalíticos, que no es lo mismo), tengo la impresión (ni siquiera creencia, porque me muevo a través de intuiciones, no de lecturas, tan indigente intelectual soy) de que el monoteísmo es una hipertrofia del "superyó" freudiano. Ingresamos en la edad adulta de las responsabilidades y nos vemos en la necesidad de tenerlo todo amarrado. En nuestra relación con ese dios monoteísta, nos vemos torpes y sumisos como ese niño domesticado que anida en nuestro interior (esa faceta del ello) que obedece ciegamente al superyó. Por lo tanto, me parece muy razonable tu reivindicación del paganismo. Queda libre el niño espontáneo y creativo y queda apartado el niño sumiso y temeroso (en el sentido amplio del término) de Dios.
Joder, vaya post, he escrito aquí más que en todo el blog de Arcadi junto.

Víctor Manuel dijo...

Alguien podría fundar una religión de escépticos.


Ver mi Libro abierto.

Joselu dijo...

Me he acercado con algún interés a las religiones africanas. Si hay cinco mil tribus en África, hay cinco mil sistemas (o más, religiosos). No hay un panteón oficial. Sí que hay una creencia lejana en un dios externo que no está demasiado presente en nuestras vidas. La vida es religiosa pero los dioses no nos son cercanos, sí los espíritus que viven aquellos en una especie de universo paralelo. Son los no muertos y a los que hay que contentar. La naturaleza con su infinidad de formas animales nos ofrece símbolos en que proyectar nuestros sueños a través de cuentos, refranes, proverbios... El pensamiento africano es optimista y tiende sin coacción hacia el uno (la tribu, la humanidad, el universo). Los rituales y las máscaras tienen poder por su belleza y por su reflejo del Mbog. Unidad en la diversidad. No existe el término de Jefe, sí el de Regulador, Navegador. No se da el rechazo del otro, es una experiencia múltiple, no se debe explotar, armonía con la naturaleza. Defensa de la cooperación, la tolerancia, la Belleza. Mundos múltiples. No a la rivalidad, sí al intercambio. No al pensamiento dialéctico (que aniquila uno de los polos), sí al pensamiento integrador, al diálogo, al grupo. Temor a la soledad del individuo. Fijémonos cómo se integran los africanos subsharianos en Occidente. Es tan diferente de la noción autoritaria del Islam. Los negros tienen otra visión del mundo tan poderosa como la de los antiguos griegos, pero nadie parece tenerlos en cuenta, pero allá donde está un africano está su tierra. Nuestra mirada es de superioridad y desprecio. No tienen libros escritos ni sistemas teológicos ni mitos exportables, pero están ahí, radiantemente presentes. Es otra cosmovisión, integradora. Bella y tendente a la unidad sin violencia.

Al59 dijo...

Bienhallado, Nosferatu. Veo que mis rezos al Innombrable no han sido vanos. Espero que esta vez ningún Van Helsing lo vaporice.

Al59 dijo...

García Gual y García Calvo han sido, sin discusión, los profesores más brillantes que he tenido. Del primero comentaba un colega envidioso que, más que filólogo, es un literato. Ahí les duele: que haya escrito de todo lo importante, desde Chrétien de Troyes a Tolkien, y siempre desde la divina frivolidad que él tanto admira en los Olímpicos. Puestos a elegir un volumen, yo me quedo con La secta del perro (aunque su manual sobre mitología griega, de sencillez sofisticadísima, también es una delicia). Magnífico Diógenes, con su aristocracia de la intemperie: si hubieras aprendido a comer habas, no tendrías que adular al rey.