domingo, 19 de febrero de 2006

Lecciones de abismo


Para cuando acabamos, ya se había ido el sol / a fumarse algún porro detrás de las montañas. Los egipcios ya lo sabían. Según terminaban las horas diurnas, el sol, envuelto en un gran charco de sangre celeste, se hundía en la tierra, llevando la luz a los moradores del Reino Inferior. Como en una alucinada sucesión de pantallas de videojuego, el Dios atravesaba en su Barca las Doce Horas Nocturnas, acompañado por los dioses de su séquito, e iba esquivando con elegancia a los monstruos propios de tales terrenos. Rendidos los inicuos, la Barca Solar renacía en la mañana, iniciando el camino hacia el Zénith.

Pero es el otro Zénith, el Zénith del cielo subterráneo, el que nos ocupa a estas horas. Mircea Eliade, el gran historiador de las religiones, barajó la posibilidad de dedicar un libro completo a glosar El viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne. Según nos dice en sus Diarios, el simbolismo de la obra (el descenso ad inferos, la búsqueda del Centro) hacía de ella una pieza de la Mitología moderna.

No se equivocaba. La existencia de un Mundo Subterráneo es una de las constantes de la imaginación tradicional que perviven en la literatura fantástica y en el folklore urbano. Los túneles del metro o de las cloacas, como antaño los de las minas, conducen hacia regiones inexploradas. Toda Ciudad tiene, por debajo, otra Ciudad gemela y distinta. Por los cloacas, según se dice, vagan los cocodrilos blancos, inexorables y ciegos como el destino; son esos cocodrilitos que se puso de moda criar como mascotas, y que, cuando empezaban a crecer, se arrojaban sin contemplaciones al retrete. De nuestra mucha mierda han ido, naturalmente, medrando. Ahora que el mar es ya, casi, él mismo una cloaca, algunos ejemplares amenizan nuestras costas y piscinas.

Entre Bilbao e Iglesias, en la línea 1 del Metro, hay una estación fantasma, la de Chamberí. Alguien se sienta en esos bancos. Desde que yo era pequeño, siempre hay alguien que va en ese trayecto con la mirada pegada al cristal, observando las hornacinas del túnel, que son como pequeñas estelas o monumentos funerarios, y esperando ver algo entre las sombras. De pequeño, claro está, ese tal no era otro que yo mismo.

Una vez, al final de un concierto de Ciento Volando, me preguntaron qué son las florecillas del Averno. En el Infierno, los Campos Elíseos florecen de almas. Píndaro lo sabía. Y lo escribió en la Olímpica Segunda:

Allí las brisas del océano soplan en redor de la isla de los Bienaventurados, brillan flores de oro, unas en tierra, en ramas de árboles espléndidos; a otras las cría el agua. Con ellas trenzan en guirnaldas manos y coronas.

Como escribiese otro poeta, las brasas son las fresas del Infierno. Y el Infierno es un gran campo de fresas. Campos de fresas por siempre.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Lindísima viñeta del 'Am-Duat' ('(El Libro de) lo que hay en la Duat', el Hades egipcio), con el paso de la Hora Cuarta de la Noche, la hora difícil. Como puede verse, una larga rampa, dividida en varios tramos, atraviesa y bloquea los tres registros horizontales, por cuya sección central pasa la barca del sol divino, remolcada por cuatro guías que tiran de una cuerda prodigiosa.
No es posible el camino sin atravesar puertas con guardianes de nombres trucados. Los textos insisten en cómo habitantes de los registros superior e inferior no ven al Sol cuando pasa: sólo pueden oír su voz entre tinieblas. El Am-Duat es un libro de imágenes acompañadas de textos. Lo fundamental en él son las imágenes. El prólogo del libro lo deja claro: Conocer las imágenes y sus posiciones en la Duat.
Los seres que aparecen en él, salvo el Sol y su cortejo, jamás se mueven de donde están, en un abrazo entre vida y muerte. Son imágenes del alma. No sé cómo Hillman no aprendió egipcio. Ésta sería su obra favorita.

Grifo

Anónimo dijo...

Grifo....¿fue usted, alguna vez, un fantasma?

Anónimo dijo...

No soy un fantasma. Sólo soy un grifo, un ave mamífero, una antigua mutación, que todavía espera su estatuto y su reconocimiento social entre la fauna.
Saludos

Grifo

Al59 dijo...

Por una de esas coincidencias (o no) curiosas, en la Tierra Media las Ephel Dúath son las montañas que rodean la tierra de Mordor (donde yacen las sombras) por el oeste y el sur. Ephel significa al parecer "cerca" y Dúath "sombra", de una raíz que significa "noche". Sería interesante conocer la etimología egipcia de Duat. Hay al menos otro guiño egipcíaco (que quizá él negaría) en el mundo de Tolkien: Ossiriand, «la tierra de los siete ríos», evocada por Bárbol: «Yo vagué en verano por los bosques de olmos de Ossiriand. ¡Ah, la luz y la música en verano junto a los siete ríos de Ossir!».

Joselu dijo...

He ido a ver una exposición de Diane Arbus en el Caixaforum de BCN y es la misma idea de descenso al infierno, a la parada de los mosntruos, a lo singular, a lo excéntrico, a las regiones inexploradas, al lado oscuro de la psique o el alma humana para hacerlas nuestras.

Al59 dijo...

Una agradable sorpresa: hay traducción castellana del libro egipcio (con introducción) en la Red, obra de Francisco López y Rosa Thode: http://www.egiptologia.org/
textos/amduat/ .
Creo que, efectivamente, Hillman adoraría esa insistencia en que los seres de la Duat "son asín", sin vuelta de hoja ni traslado posibles. Nosotros, sin embargo, siempre estamos de paso —incluso en las tierras de la permanencia. Volvemos de cada noche con un registro legible —aunque se autodestruya velozmente en cuanto toca la luz del día.

Anónimo dijo...

La tradución castellana que citas, Al59, del Amduat representa un importante progreso en las versiones castellanas de este tipo de textos. Pero es muy mejorable. No es aún una traducción científica. Aunque es de alabar la voluntad de sus autores (que, en parte, lo intentan ellos -para desgracia del lector-; y, en parte, traducen mal a Piankoff).
Tolkien no empleó nunca, supongo, ningún término que no tuviese una larga tradición filológica en su jerga. Y el antiguo egipcio no es lengua indoeuropea. No obstante, la egiptomanía es una constante de la Inglaterra de su época y estilo.
Los términos que citas hacen un guiño innegable, de filólogo astuto, a lectores con esa configuración cultural. Aluden a términos egipcios muy conocidos. Y, caso curioso, ambos (Osiris y Duat) aluden al Inframundo (Duat como sombra, muerte; Osiris, Ossiriand, como fecundidad, vida). ¿En qué pensaba Tolkien...?
Saludos

Grifo

Al59 dijo...

Gracias, Grifo. Para los que no sabemos egipcio, es una gran suerte contar con alguien que pueda orientarnos en cuanto a la calidad de las traducciones. Debo decir que, antes de tu comentario sobre la inexactitud de la versión, me había chocado una cosa. Tú escribes del Am-Duat que «No es posible el camino sin atravesar puertas con guardianes de nombres trucados»; ellos, que «la estructura [del libro Am-Duat] es muy similar a los otros dos textos de literatura funeraria real del Reino Nuevo, El Libro de las Puertas y El Libro de las Cavernas, pero aquí el Sol no tiene que atravesar ninguna puerta». ¿?
Otra duda, que afecta a mi texto: ¿se enfrenta o no el Sol a uno o varios enemigos durante su viaje nocturno?

Anónimo dijo...

Por partes: la estructura del Amduat y del Libro de las Puertas son muy semejantes (Puertas es posterior al Amduat): constan de tres registros horizontales que recorren toda la Duat. Cavernas no se parece al Amduat: hay trayectos tanto horizontales como verticales (hacia abajo). En el Amduat, el Sol sólo atraviesa una puerta; y es ésta de la Hora Cuarta que aparece en tu viñeta (mi plural 'puertas' era abusivo para el Sol; la Hora Cuarta contiene varias puertas igualmente difíciles; pero la barca solar sólo pasa por la de su registro central). En el libro de las Puertas, las divisiones entre horas están señaladas como puertas monumentales (de ahí el nombre del libro). Son puertas votivas, no dificultades mágicas; el Amduat no las menciona. En Cavernas se pasa sólo alguna puerta, como en el Amduat; en este paso, el texto entona una letanía linda: Qué bello es Ra cuando recorre las tinieblas..., etc.
El Sol no se enfrenta a ningún enemigo en su trayecto nocturno. Él no tiene enemigos. Es Apofis el que se enfrenta a él en la Hora Sèptima del Amduat. Pero Ra desvía su camino y envía a Isis contra Apofis (ella puede). Libre el camino, él continúa.
...Y a mí, como grifo que soy, me gustaría, en ese momento, darme una vuelta por ahí.
Saludos

grifo

El Sablista Escapista dijo...

He intentado poner dos veces en mi blog musical "Florecillas del Averno", pero no he conseguido que se oiga. Castpost tiene todavía problemas y éste no he sido capaz de solucionarlo.

Al59 dijo...

Si te entiendo bien, aunque en la Duat no faltan seres de cuidado, ninguno supone un peligro para Ra, que nunca se rebaja a entrar en combate con ellos. Llama la atención la concurrencia, en la misma hora que Apep/Apofis, de ese cocodrilo Abesh de la hora séptima, "maligno del lago" según la traducción de López y Thode.