domingo, 26 de febrero de 2006

El Santo Grial


Si pudiera, la reverencia detendría mis dedos. ¿Por qué sumar una sola palabra, irrelevante e indigna, a lo ya dicho? Alguien (quizá la soberbia) responde. Toda la grandeza del Grial estriba en su capacidad para seguir sumando palabras, produciendo sentido. Lo que el Grial logre ser para nosotros, a través de nosotros, nos incumbe fatalmente. Toda su historia es ahora (en quien la lea y medite) o no es. Pasará por nuestras manos, declarado u oculto, a otras mejores —o seguirá la suerte del flogisto, Cartago y otras maravillas muertas.

Sólo su capacidad de seducción impide que los símbolos tornen (Pistorius) arqueología. Seducidos por Chrétien, Malory, Steinbeck, Boorman, nuestra labor es (ni más ni menos) que estos textos sigan encontrando lectores, que nuevos jugadores encuentren aún la puerta abierta. No es baladí. Un ejemplo: si no fuera por Jerry Garcia, que se encargó de localizar las últimas copias supervivientes y supervisar su montaje, la versión cinematográfica de El manuscrito encontrado en Zaragoza, fracaso comercial, sería hoy sólo recuerdo y anécdotas. ¿Cuántas películas de la era del celuloide estarán en el mismo trance?

El Grial: quizá una metáfora de la tradición misma, lo que en el fondo se está trasmitiendo, aunque nunca se acabe de saber qué es. La definición, sagrada, de Borges: el arte como inminencia de una revelación que nunca llega a producirse.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Debería quedarme tranquilo por la certeza de que el Grial nunca se encuentra verdaderamente, que siempre alcanzamos a abrir el sagrario en el último momento cuando ya se ha marchado, y sólo queda su aroma como de incienso y los retazos de su luz imperecedera. Que el arte no es más que esa revelación inminante que nunca llega; es decir, ese aroma y esos deshechos de luz. Que la vida, imitando al arte, o acaso el arte a la vida, no es otra cosa que esa búsqueda frustrada del Grial, nostalgia de futuro.

Debería quizás apreciar la sombra del Grial, lo que nos queda. Y sin embargo termino por desobedecer estas certezas, y buscar incansablemente el Grial como si fuera a encontrarlo, pero sin ninguna esperanza de éxito.

Anónimo dijo...

"Porque lo bello no es
sino el comienzo de lo terrible,
que todavía podemos soportar
y admiramos tanto, pues impasible desdeña destruirnos".

Anónimo dijo...

Del Grial, lo importante no es encontrarlo. Lo importante es creerlo real. La fe lo hace real. Y ya, una vez vuelto real, hasta puede aparecérsete en un despiste. Pero siempre con la condición de su realidad e independencia de tus planteamientos. No contenía la sangre del Divino Redentor. Pero sí contenía la de la primera menstruación de María Magdalena, dotada de poderes contra la anemia.
saludos

Grifo

Al59 dijo...

Un castillo aparentemente amigo (aunque infranqueable): http://valfadirhal.livejournal.com/

Al59 dijo...

La menarquía de la Magdalena: he ahí un endecasílabo para poetas temerarios...