sábado, 18 de febrero de 2006

El pan de cada noche


Yo soy un criminal que cada noche
recoge sus pedazos invisibles
en un saco de pan endemoniado.

Me advierte maese Prokop (¿y tú me lo cuestionas?) que mi blog es más bien un libro. Yo creo que es más bien cualquier cosa, un qué sé yo pertinaz y proteico. Si hoy un libro puede escribirse así (que no lo sé) es que la idea misma de lo que es un libro está mutando —lo cual no es necesariamente mala noticia.

Me agrada la idea del blogging como una devoción nocturna, con algo de gimnástico, pero fundamentalmente placentero y clandestino. El sueño se hace a mano y sin permiso, que cantaba Silvio. Un feliz exceso, como cuando (y ahora me parece increíble) podía uno sacudirse uno o dos sonetos diarios, más alguna décima de ocasión y un romancillo de postre (¿que eso no es poesía con mayúsculas? Pues claro; y sin embargo...).

Nosotros somos todos los días, decía X, y es verdad. No hay ninguna garantía de que haya merecido la pena vivir cada uno de ellos, pero le dejo a otros el placer de rendirse a esa verdad miserable. Enfrentarse cada noche a este espejo, con la guía de los comentarios que se hayan producido (o no) en la jornada, con la certeza de que no hay escapatoria, es una experiencia que no le hurtaría a cualquiera con tiempo y coraje para afrontarla.
Cuando se animen (do it yourself), hablamos.

No hay comentarios: